Las prioridades han cambiado y la exigencia del derecho a un trabajo digno empieza a marcar un cambio de época. La criminalización de las huelgas y de las manifestaciones, incluso de la quema de contenedores o neumáticos, cuando de lo que se trata es de abolir la esclavitud moderna, cotiza a la baja. Solo se trata de saber quién te representa, no quien finge hacerlo.
