Inicio TerritoriosInternacional Sobre Cuba y otras dudas (Por Antonio Pérez Collado)

Sobre Cuba y otras dudas (Por Antonio Pérez Collado)

por Colaboraciones

Antes de opinar sobre Cuba, de la situación que se vive en la isla, conviene advertir del desconocimiento personal respecto a muchas de las cosas que allí suceden. Pero más que a equivocarse, que dicen es de humanos, a lo que hay que tener miedo es a levantar las iras de quienes no tienen ninguna duda de que el gobierno de La Habana actúa siempre en beneficio de su pueblo y si en algo falla es por culpa del acoso capitalista.

Es tal la rotundidad de esta cruzada contra cualquier voz crítica que no estará de más jurar o prometer que no se trabaja para la CIA, que se condena sin paliativos a todos los estados represores del mundo y que apreciamos las incipientes medidas que adoptan los gobiernos populares de América Latina para redistribuir la riqueza en sus países.

Dejado esto claro y sabiendo que las cosas no son exclusivamente blancas o negras, se supone que ya podemos opinar sobre las protestas habidas en Cuba. Porque, masivas o minoritarias, se han producido en esa isla (aunque haya circulado alguna foto de Egipto o de Cataluña) y hasta el presidente Díaz-Canel así lo ha reconocido. Incluso ha llegado a considerar que algunas de las reclamaciones de los manifestantes son justas.

Estamos ya en tiempo de prórroga de lo que durante muchos años fue la verdad oficial e incuestionable de la izquierda. Pobre del intelectual o artista que osara discrepar de las erráticas políticas de la todopoderosa URSS o de sus estados satélites, porque automáticamente entraba en la categoría de traidor a la revolución proletaria y lacayo del imperialismo occidental. Poco importaba que la personalidad caída en desgracia tuviera una dilatada trayectoria de compromiso social y que sus opiniones estuvieran contrastadas por la cruda realidad que se vivía en los paraísos de la clase obrera: su nombre sería tachado de la lista de intelectuales del pueblo y sus obras descalificadas sin piedad.

Estas tácticas estalinistas las sufrieron George Orwell (odiado por su famosa Rebelión en la granja), Mijail Bulgákov (autor de El maestro y Margarita) y Jorge Edwards (defenestrado tras publicar Persona non grata), por poner solo unos ejemplos, aunque hubo muchas más víctimas. En cuanto Moscú daba la orden toda la intelectualidad afín a la III Internacional se ponía a calumniar la figura y la obra del autor caído en desgracia por discrepar de esa inventada verdad oficial, donde el Partido siempre tenía razón y cualquier atrocidad se justificaba en nombre de la dictadura del proletariado… aunque no eran precisamente proletarios los que dictaban esas condenas al ostracismo.

Hoy el PCUS ya no puede ejercer ese control sobre las vanguardias culturales y artísticas, aunque no hay que menospreciar la influencia que autores marxistas siguen teniendo en el mundo universitario, en las ciencias sociales y en la interpretación de los hechos fundamentales de la historia reciente. Sin ir más lejos, y siendo el PCE una fuerza minoritaria en la II República Española, es su versión partidista de la revolución social de 1936 la que se sigue tomando todavía como referencia en las aulas.

Muy recientemente hemos tenido algunos ejemplos más de esa forma tendenciosa de informar u opinar sobre aspectos de la actualidad. Voces muy activas en medios y en las redes sociales, que no se callan una cuando conocidos personajes de la derecha emiten alguna de sus burradas habituales, enmudecen cuando el gobierno teóricamente de izquierdas y los supuestos sindicatos de clase firman acuerdos para empeorar las pensiones o para deshacerse de miles de trabajadores interinos de las diferentes administraciones públicas.

No negaré que hay un tipo de medios comerciales que, volviendo al caso de Cuba, exageran y manipulan cualquier información que les sirva para atacar al gobierno de La Habana y que nunca han contado ni contarán los avances logrados tras la revolución. Tampoco creo que nadie vaya a negar a estas alturas la ausencia de libertad de prensa en los países del desmoronado bloque socialista.

Y puesto que hay tantos intereses enfrentados y tanta manipulación informativa, sugiero que diversifiquemos las fuentes, que busquemos información directa e independiente y que nunca demos toda la credibilidad a una de las partes; en el caso de Cuba y en cualquier otro conflicto.

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