Con poco más de 100 días en su haber, el gobierno de izquierdas ha conseguido repetir el milagro bíblico de la transustanciación al convertir los malditos ERTE de la derecha en un oscuro objeto de deseo “rotundamente progresista”. Pero los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), lo diga Agamenón o su porquero, siguen donde dolían: son instrumentos de flexibilización laboral diseñados para rescatar a empresas a costa de los contribuyentes (trabajadores incluidos).
