Inicio Opinion La pandemia española no es un bulo (Por Rafael Cid )

La pandemia española no es un bulo (Por Rafael Cid )

por Colaboraciones

Me gustan mis errores. No quiero renunciar a la libertad deliciosa de equivocarme” (Charles Chaplin)

La perfección es una pulida colección de errores” (Mario Benedetti)

En el sangriento 1918, la gripe que arrasaba en los campos de batalla de media Europa pasó a la historia con el epíteto de <<gripe española>>. Nuestro país, neutral en la contienda bélica, era el único que informaba de la existencia de una pandemia devastadora y cargó con aquel sambenito. Los estados beligerantes negaban la existencia de la plaga para no minar la moral de la tropa y evitar que cundiera la deserción entre los ciudadanos movilizados para matarse ante el altar de la patria.

Ahora vamos en la misma dirección pero en sentido contrario. El Covid-19 quedará teñido con los colores de la roja y gualda. No porque seamos líderes en fallecidos por millón de habitantes y en sanitarios infectados, amén de estar a punto de superar a nuestro <<competidor>> Italia en número de contagiados, que sí. Sino por tener un gobierno de coalición de izquierdas, <<rotundamente progresista>>, que no contento con militarizar la gestión de la crisis (como ya hizo el PSOE con la huelga de los controladores aéreos, protección civil o vigilancia marítima) se apresta también a imponer la censura sobre toda información no oficial acerca de la pandemia.

Y ello bajo el banderín de enganche de luchar contra los bulos perniciosos a demanda de la gente (efecto llamada buscado por el orweliano CIS de Tezanos convertido en ministerio de la verdad). De paso, con semejante bozal zurcido con trampantojos de aquí y allá, se intenta ganar tiempo para descorchar un “partido único” de salvación nacional (falsa unidad de origen que encubre una unicidad de ejercicio) al que llaman Pactos de La Moncloa.

Otro déjà vu: socializar responsabilidades y narcotizar a la opinión pública, doblegando a la insumisa publicada (porque la mercantil convencional, con las teles privadas en cabeza, ya está en el talego vía multimillonarias subvenciones por la publicidad perdida). El bulo de las “armas de destrucción masiva” de antaño, se ha convertido hogaño en las “armas de destrucción masiva” de los bulos.

La pregunta que inaugura la etapa marcartista del alto cargo del PSOE y responsable del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo sociológico adscrito a presidencia del gobierno, es de esta ralea: ¿Cree usted que en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación social, remitiendo toda la información sobre la pandemia a fuentes oficiales, o cree que hay que mantener libertad total para la difusión de noticias e informaciones?

La lógica respuesta a tan kilométrica cuestión (53 palabras, 277 caracteres) ha sido categórica: un 66,7% ha replicado clónicamente a la voz de su amo. Verde y en botella. Así, Pedro Sánchez tendría manos libres para discriminar a troche y moche sin defraudar a su público, aunque supusiera dañar libertades fundamentales en un sistema democrático. Para eso, el mismo sondeo consigna que, ni más ni menos, el 88% de los consultados exige que se apoye al gobierno. La ley de Say demoscópica: “toda oferta crea su propia demanda”.Había un problema y lo hemos solucionado, que dijo en innombrable.

¿Se imagina alguien que en plena masacre del 11-M la caverna del PP hubiera consultado a los españoles si eran partidarios de instaurar la pena de muerte contra los responsables de actos terroristas? Aquella derecha, hoy sumida en el nominal del “trifachito” según el manual de primeros auxilios del varas Iván Redondo, no lo hizo.

Tampoco mandó investigar determinados bulos del “Pásalo” alusivos a teorías de la conspiración que llevaban desde la CIA a siniestros poderes ocultos teledirigidos por el gran capital. Pero ahora la izquierda mandante parece que no le hace ascos a medidas de grueso calibre, caiga quien caiga, incluso llevándose por delante derechos elementales.

De suyo, la inclusión de esa pregunta en el panel del CIS es contemporánea a una denuncia presentada por Unidas Podemos (UP) ante el ministerio público para que investigue una presunta “organización criminal” dedicada a propagar bulos y fake news que busca “desestabilizar la situación política y debilitar la actuación de las instituciones del Estado”.

Tampoco la nueva titular de la Fiscalía General del Estado, la ex ministra de Justicia Dolores Delgado amiga del ex comisario Villarejo, ha defraudado a su público. Dicho y hecho: el área de Criminalidad Informática del organismo se ha puesto manos a la obra. Todo el peso de la ley. Y al hereje, disidente o discrepante, le espera la espiral del silencio como mecanismo de control social. El otro “confinamiento social” que identificó la politóloga Noelle-Neumann demostrando cómo los individuos suelen plegarse a las actitudes predominantes. ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.

No podía ser más legal y consecuente. Llueve sobre mojado aunque aún no cale. Desde el 31 de octubre del año pasado, cuando se promulgó el Real Decreto-ley 14/2019 (“por el que se adoptan medidas urgentes por razones de seguridad pública en materia de administración digital, contratación del sector público y telecomunicaciones”), el gobierno está facultado por intervenir las comunicaciones tecnológicas que pretendan  “las actividades de desinformación, las interferencias en los procesos de participación política de la ciudadanía y el espionaje […] por propia iniciativa o a instancias de una Administración Pública competente”.

Lo que conllevaría en la práctica “la gestión directa o la intervención de las redes y servicios de comunicaciones electrónicas en determinados supuestos excepcionales que puedan afectar al orden público, la seguridad pública y la seguridad nacional”. Eso de entrada, a propuesta del PSOE y con el empujoncito de la abstención de Unidas Podemos (UP), hoy su socio y partícipe en el poder.En este contexto de inquisidores y guerrillas informativas cruzadas, no resulta extraño que se pervierta el trabajo de patrullaje por la red del gigante tecnológico Facebook para achacarle un sesgo político y hasta mercenario an-tibulos del que en puridad carece.

Con el morbo añadido de que entre las tres empresas con que cuenta la compañía de Mark Zuckerberg para vigilar la nube está la española Newtral, propiedad de Ana Pastor, presentadora del programa “El Objetivo” de La Sexta y esposa de Antonio García Ferreras, director de “Al Rojo Vivo”, el espacio talismán de la intelectualidad progresista. Cosas del barullo imperante.

Aunque perro si come a perro en la ruta de la seda. El gobierno chino, de coalición ideológica capitalista-comunista, castigó a ocho doctores por “expandir rumores” sobre la pandemia. Y entre nosotros ya se conocen las primeras anomalías. Cesar Calderón, analista político del oficialista Público.es, vio cancelada su colaboración en el medio días después de firmar un artículo crítico con el gobierno (https://blogs.publico.es/cesar-calderon/2020/04/13/los-trucos-de-moncloa-para-sobrevivir-a-la-pandemia/). El director general de este digital, Chema Crespo fue secretario general de las Juventudes Socialistas y miembro de le Ejecutiva Federal del PSOE.

Son algunos daños colaterales de un coronavirus cada vez más “made in Spain”. Después de defender hasta los piños la libertad de expresión de Pablo Hasel, Valtonyc, César Strawberry, Willy Toledo y otros para opinar y despotricar sin colorantes ni conservantes, nos vemos inmersos en una cruzada cazafantasmas que pretende la infalibilidad de la doctrina gubernamental sobre el Covid-19. Si lo sé, no vengo.

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