Qué antiguo y extraño queda ya aquel consejo del maestro José María Valderde “nulla aesthetica sine éthica”.
Las bicicletas son para el verano, y los golpes de palacio también. Por eso las direcciones de los partidos aprovechan la “nocturnidad y alevosía” que ofrece el estío para realizar los ajustes de cuentas que les permitan iniciar la rentré a sus anchas. Es un ritual universal que no siempre deja rastro, porque la lógica del poder es bulímica, y desentiende de ideologías.