¿QUÉ CONTESTAREMOS CUANDO NOS PREGUNTEN QUE HICIMOS DURANTE EL GENOCIDIO?
Ojalá no fuera necesario escribir estas líneas. Ojalá hoy, no tendríamos que hablar de que han asesinado más niños y niñas en Gaza que en todas las guerras del mundo en los últimos cuatro años. Ni de Philippe Lazzarini, de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que en febrero de este año afirmaba que “en poco más de cuatro meses, en Gaza han muerto más niños, más periodistas, más personal médico y más empleados de la ONU que en cualquier otro lugar del mundo durante un conflicto”. Ni de de que en menos de cinco meses en Gaza, han muerto 1263 personas por cada 100.000 habitantes, y que aunque las comparaciones sean odiosas, en Ucrania, en 24 meses, han muerto 23 personas por cada 100.000 habitantes. Ni de la hipocresía y complicidad del gobierno español, enviando un cargamento de material bélico (bombas, granadas, torpedos, munición…) en noviembre de 2023, en pleno genocidio, por valor de casi un millón de euros; ni del contrato de más de 44 millones de euros firmado con Israel a primeros del año pasado y que, pese a las atrocidades cometidas en los últimos meses, sigue en vigor.
Ya, estarás pensando, ¿y qué se puede hacer? ¿se puede hacer algo?. Por supuesto: continuar el legado de lucha de quienes nos precedieron, y que mediante el boicot, la protesta y las huelgas fueron capaces de cambiar el rumbo de las cosas. Hay momentos en la Historia, en los que la sociedad civil se erige como la única palanca posible para detener la injusticia. Los ejemplos son innumerables: las Marchas de la Sal, lideradas por Ghandi junto a la sociedad civil, fueron imprescindible para conseguir la independencia de la India; el boicot a los autobuses de Montgomery en EEUU, tras la acción de desobediencia civil de Rosa Parks, negándose a ceder el asiento a una persona blanca, supuso la desaparición de parte de la estructura legal que sustentaba el racismo; el boicot a los productos sudafricanos en pleno apartheid, supuso el primer paso para que este régimen criminal cayera; o más recientemente, el movimiento de insumisión, que acabó con el servicio militar obligatorio después de 200 años.
Ahora es uno de esos momentos. El genocidio en Gaza, una atrocidad de esas dimensiones, solo puede llevarse a cabo con la complicidad de los gobiernos occidentales. Los mismos gobiernos que han sido el sostén de Israel durante decenios, normalizando su vulneración sistemática del derecho internacional y garantizando su impunidad. Por eso, esta barbarie, nos interpela directamente, convirtiéndonos en un actor imprescindible para que acabe. Nos escupe la pregunta de qué estamos dispuestos a aceptar como ciudadanía. Muy especialmente en un contexto de aumento de gastos militares generalizado, cuyas consecuencias siempre paga la clase trabajadora.
A día de hoy, la movilización social ya ha hecho que AXA retire sus inversiones de los bancos israelíes que financian la ocupación, y los informes del ejecutivo israelí hablan de pérdidas de miles de millones de dólares. También Puma ha retirado el patrocinio de la selección israelí por la presión de la solidaridad con el pueblo palestino.
Por eso, el 27 de septiembre, nos hemos unido para salir a las calles y decir al Gobierno de Navarra y al estatal, que no en nuestro nombre, que queremos que rompan las relaciones con Israel. Saldremos a la calle para gritar que en esta tierra no queremos establecimientos que hagan negocio con el genocida. Para que cuando nos pregunten qué estábamos haciendo durante el genocidio, podamos levantar la cabeza y decir: tratar de detenerlo.
BDZ, CGT, Gerrarik Ez, EH FAI, MOC, Herritar Batasuna, Indar Nafarroa, PIM.