En la mañana del día 20 de enero de 1975, sobre las 6,30 de la mañana Victor salió de su casa de Portugalete, para lanzar octavillas, antes de ir a trabajar, en solidaridad con los trabajadores de la empresa POTASAS de Navarra, que estaban en huelga. A pocos metros de casa se encontró con el guardia civil de paisano, Narciso San Juan, que le hizo frente y le segó la vida de dos tiros.
Victor era un joven de 23 años, militante entonces del PC(i). Era un joven revolucionario, un joven antifascista, trabajador y estudiante, como cualquier joven de su época, y como otros/as en la clandestinidad, luchaba por derrocar la infame dictadura franquista que tanto terror y muerte sembró a lo largo de casi 40 años. Desde el Gobierno Civil o la Jefatura de Policía trataron de ocultar el terrible crimen con una orquestada y burda campaña de mentiras con el apoyo incondicional de la prensa del régimen.
Hoy, un pequeño grupo de compañeras y compañeros del viejo partido, han realizado una sencilla ofrenda foral, muy lejos de los homenajes de pompa y boato, que regularmennte vemos en que los medios de comunicación con las victimas de ETA. Exigen verdad, justicia y reparación, para las más 150.000 víctimas de franquismo, 100.000 de ellas en fosas comunes en paradero desconocido, 30.000 niños y niñas robados durante la dictadura.