Apenas saben sino que -dicen- tenía 57 años, nacionalidad magrebí, estaba casado, era padre de dos hijos, y se ganaba unos euros como aparcacoches ilegal. El jueves se prendió fuego “a lo bonzo” frente al Hospital Carlos Haya de Málaga. Acababa de ser atendido en urgencias por una crisis de ansiedad.
Al salir, como cada día se compró un paquete de Ducados y –esta vez- un mechero. Pagó 5 euros. Poco después se roció con gasolina y se prendió fuego. Los taxistas que aguardaban frente al centro médico acudieron a socorrerle con extintores. Les dijo: “No tengo ni para comer”. Se abrasó aún así el 80% de su cuerpo. Este viernes ha muerto.