El grupo Prisa, esa corporación mediática con una deuda mayor que la de algunos estados sin que ninguno de sus gestores haya topado aún con el código penal, está empeñado en alumbrar la Segunda Transición como si nada hubiera pasado, de ley a ley, impasible el ademán. Pero los años no pasan en balde y el diario El País, acorazado del grupo que controla Juan Luis Cebrián y los grandes bancos acreedores, ya no está para muchos trotes.
Lejos quedan los días en que la sola indicación del “periódico global en español” sobraba para derribar o encumbrar gobiernos, a diestra y siniestra. Lo sabe bien el que fuera líder del PSOE desde la base, Josep Borrell, designado candidato a la presidencia por el voto militante en las únicas primarias sin truco realizadas por Ferraz, que resultó fulminado tras unas oportunas revelaciones del rotativo de la madrileña calle de Miguel Yuste.