Una cosa es que las víctimas civiles del terrorismo merezcan que su dignidad sea respetada en su humana integridad sin reservas mentales ni hirientes contextualizaciones, y otra muy distinta que el terrorismo no tenga una trastienda que remite a los criminales juegos de poder de las potencias capitalistas hegemónicas.
Lo que algunos de sus criminales promotores llamaron el “nido del avispón”. En ese sentido, pues, tienen toda la razón Julián Assange y la CUP al denuncian la responsabilidad de esos gobiernos. El yidahismo es una criatura de la guerra fría financiada por los regímenes wahabistas y fundamentalistas. Sin el apoyo, protección y financiación de los de Estados Unidos, Israel, Reino Unidos, Arabia Saudí, Qatar e Irán su reinado habría sido efímero.