¿Cuarenta años de transición democrática no dan para más que reinventar la Inquisición? ¡Exterminad a todos los herejes!
Visto desde Madrid, más Villa y Corte que nunca, ese parece ser el toque de corneta de rigor. El aullido que Josep Conrad endosaba machaconamente al negrero Kurtz, el jefe de la explotación de marfil congoleña en la ficción de “El corazón de las tinieblas”. Periodistas, juristas y políticos, todólogos todos del pensamiento único, parecen no admitir otra salida al conflicto catalán que desenvainar otra Acorazada Brunete.
La pena Capital (con C mayúscula). Y lo malo es que, tan fanático y monolítico es su pronunciamiento, que la parte más devota de la ciudadanía se está tragando la bola. Unos por acción, porque en ello les va la cartera, y otros por omisión, por no significarse, comparten el mismo trágala victimario: ¡hay que parar a esos bárbaros secesionistas! Política de jarabe de palo y si se tercia genocidio cultural, para general escarmiento. De creer su salmodia habría que pensar que los catalanes están abducidos por malvados extraterrestres.