De forma incomprensible, los hechos nos demuestran que la salud de las personas trabajadoras se ha situado en un segundo plano desde el inicio de esta crisis. Han primado, una vez más, los intereses empresariales; es decir, los intereses de aquellos que pagan menos impuestos, ya que dos de cada tres euros recaudados provienen de la clase trabajadora, mientras que solo uno proviene de las empresas.
