El día 6 de diciembre del 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha deshecho la política tradicional de ese país con respecto a Palestina y ha anunciado el reconocimiento del Jerusalén ocupado como capital del estado creado en 1948 de Israel y ha ordenado el traslado de la embajada de su país a esta ciudad. En este acto suicida y provocador, despoja al pueblo palestino de todos sus derechos para dárselos al estado genocida de Israel.
Esta decisión irresponsable, teniendo en cuenta la situación de extrema gravedad (bloqueo, nuevos asentamientos, colonos, represión, militarización, estado de sitio, detenciones arbitrarias, robo de tierras, desempleo o ruina económica) en que se encuentran los Territorios Ocupados de Cisjordania y la franja de Gaza, provocará sin duda un recrudecimiento sin precedentes de las acciones de resistencia palestina que desembocará en una voraz y sangrienta espiral de violencia, que ya ha dado comienzo.