La precarización de las condiciones laborales que nos invade es causado por el neoliberalismo salvaje que hemos tenido en las últimas décadas. El desplazamiento del capital y del empleo hacia países de economía emergente y con bajos salarios, unido al proceso de tecnificación y racionalización del trabajo, ha supuesto la destrucción de millones de puestos de trabajo.
Las multinacionales y la banca que controlan el poder político han dictado las distintas reformas laborales, donde se decreta el despido libre y barato, la pérdida de la mayoría de los derechos laborales y la práctica desaparición de la negociación colectiva, consiguiendo el objetivo de que muchos de los puestos fijos con derechos se han cambiado por los puestos eventuales y sin derechos.
Así los contratos temporales y a tiempo parcial que se firmaron en 2015 alcanzaron el récord de 17,07 millones, pese a que el nivel de empleo es muy inferior al de antes de la crisis (20,6 millones de empleos en 2007 frente a 17,9 millones ahora).