La experiencia del último congreso del partido Podemos, calificado como un Vistalegre 3 virtual, ilustra sobre esta flagrante disfunción entre teoría y praxis, medios y fines, táctica y estrategia. Pablo Iglesias ha resultado reelegido secretario general por otro periodo de cuatro años por la máxima de la mínima. Le han refrendado por goleada (en el franquismo era por aclamación, pero como el escrutinio se ha hecho aún bajo el síndrome del confinamiento, el término más adecuado sería el de centralismo democrático o, ya en plan tocapelotas, <<a la búlgara>>). Pero lo ha conseguido con una colosal desbandada de participantes.
