No es ningún secreto que la conciencia de clase está en crisis, al menos la que se refiere a la trabajadora, pues en la Bonanova, barrio de Salamanca o Sarrià siguen teniendo muy clara la suya. No hay ninguna explicación única a este hecho sino que es la suma de varios factores los que han ido modelando la disolución del sentimiento de formar parte de una comunidad explotada, la escasa percepción de que la mayoría de los problemas vienen dados por la dominación que ejerce el segmento social que tiene el poder real sobre la mayoría de la población.
Esta situación es principalmente consecuencia de una victoria cultural de nuestros enemigos y no es exclusiva del entorno geográfico más cercano, sino que se extiende de forma general por todo el planeta. Esto explica cómo la agenda neoliberal no está encontrando mucha oposición a su implementación. Al menos de momento.