Sorprendidos los grupos de poder por la inagotable frescura y pujanza de los movimientos sociales (15M, PAH, mareas ciudadanas), no han tardado en dar instrucciones al gobierno de la derecha neoliberal para que endurezca las leyes que garantizan las libertades imprescindibles para que un sistema entre, aunque sea con calzador, en la lista de democracias.