Hoy, el eslogan «Nunca permita que se desperdicie una crisis», vuelve a estar en boca de la clase dominante. Los principales tenedores de poder financieros y corporativos buscan utilizar la emergencia sanitaria mundial para expandir su riqueza y aumentar la explotación de la clase trabajadora, debido a que el paquete de rescate elaborado y votado por unanimidad por los republicanos y los demócratas ha canalizado la riqueza a los bancos y corporaciones más ricas mientras deja las migajas para la población trabajadora y a que la pandemia ha sido una bonanza para los ultra ricos ya que se ha intensificado la consolidación corporativa, el trabajo a tiempo parcial, temporal y la automatización digital y física.
