Cualquier guerra significa el fracaso de la humanidad que teóricamente representamos los seres humanos. Quienes provocan o defienden las guerras, sea por ideología, por ambición económica o política o por robar lo que otras personas tienen, representan lo peor de la humanidad.
En todas las guerras hay quien se beneficia; quienes ganan, quienes fabrican o venden armas, la gente que manda… Y unos perdedores; las personas trabajadoras y quienes viven decentemente sus vidas. Por eso nuestro rechazo es a todas las guerras, sean donde sean y las hagan quienes las hagan, porque la diferencia entre el imperialismo ruso y el imperialismo yanqui, con la OTAN a su merced, es nula, y ambos son las dos caras de la misma moneda de un estado militar, imperialista, capitalista, genocida y ecocida.
Ninguna guerra nos es ajena. En un mundo tan interconectado y tan interdependiente, la guerra en Ucrania está afectando a millones de personas de muchos países. En el caso del metal, ya tenemos noticias sobre fábricas del auto por toda Europa que dejarán de producir porque hay materiales y componentes que ya no vienen de ese país.
Las multinacionales capitalistas llevan decenios entendiendo que todo el mundo les pertenece y deciden fabricar donde les sale más barato. Políticas basadas en aprovechar salarios bajos en cualquier parte del mundo aunque los materiales deban viajar miles de kilómetros. A parte de cambiar de políticas estratégicas fabricando de otra manera, si las direcciones de las multinacionales están compuestas de personas con un mínimo de alma y corazón, deberían ser los primeros en exigir el fin de todas las guerras, y no sólo pronunciarse en contra de una guerra cuando sus intereses económicos y empresariales se ven en peligro.
Las personas trabajadoras no podemos dejarnos llevar por las propagandas de los belicistas ni de quienes pretenden hacer de este planeta una continua guerra por dominarlo todo. Debemos exigir a todas las personas gobernantes de todos los gobiernos que detengan y acaben con la carrera armamentística de todos los países, incluso con el envío de armas para alimentar más el conflicto. No tenemos porqué padecer ni guerras, ni consecuencias, ni más crisis que siempre traen hambre y pobreza para la clase trabajadora.
Por eso, desde ésta, la Federación Metalúrgica de la CGT queremos dejar bien claro que no vamos a tolerar que ninguna multinacional anteponga sus intereses económicos y muestre más preocupación por su producción que por las vidas humanas que están cayendo tanto en la guerra de Ucrania, como en cualquier conflicto armado del planeta.
Y del mismo modo pedimos a las plantillas y a la clase trabajadora que por un momento se pare a pensar en las decenas y decenas de guerras que en los últimos años ha sufrido este mundo y que han estado silenciadas una y otra vez tanto por los
medios de comunicación como por los diferentes gobiernos.
Por eso, porque tanto en Ucrania, Palestina, Siria, Yemen, El Sáhara…, lo que verdaderamente se está perdiendo son vidas humanas y se está destrozando el futuro de miles de familias y de la clase trabajadora, desde la FESIM hacemos un llamamiento a llenar las calles con un rotundo NO A LAS GUERRAS, en ninguna parte del mundo, bajo ningún concepto.
Del mismo modo, exigimos al gobierno del estado español la paralización inmediata del envío de armas a Ucrania (ninguna guerra se para con armas), el rechazo absoluto de organizar la cumbre de la OTAN del mes Junio en Madrid y la salida inmediata del estado español de dicha organización criminal.