Piensa por un momento en el color que menos te gusta, el más horroroso; el que, cuando lo miras, te dan ganas de cerrar los ojos porque te hace daño a la vista.
¿Lo tienes? Imagínate ahora que llegas al portal de tu casa y te encuentras que lo han pintado precisamente ¡de ese color horrible! ¡Todas las paredes y el techo igual!
Una vecina te explica que a ella también le resulta vomitivo, pero que algo había que hacer porque la pintura ya estaba vieja y en la última reunión se acordó que era necesario. El nuevo administrador profesional que había sido elegido por unanimidad tomó nota y, parece ser, que ha sido elección suya.