El pasado martes día 26 de Enero, el patrón de los patrones, Juan Rosell, presidente de la CEOE, y los secretarios generales de CCOO y UGT, Fernández Toxo y Cándido Méndez, se reunieron con el propósito – dijeron – de proceder a la creación de un grupo de trabajo para elaborar propuestas que les permita elaborar un pronunciamiento conjunto a favor de la formación de un “Gobierno estable que genere confianza” y garantice la «seguridad jurídica» y la «recuperación económica».
No se reúnen para acabar con la precariedad o para derogar la Reforma Laboral o los decretos por lo que la patronal goza de importantes reducciones en cotizaciones a la seguridad social. No se reúnen para garantizar la seguridad jurídica y la recuperación económica de la clase trabajadora. Al contrario los patrones quieren que se blinde su seguridad jurídica para precarizar el trabajo y disponer legalmente del ejercicio del despido libre y barato.
Cogidos de la mano, representantes patronales y burócratas sindicales, como si de agentes neutrales se tratara, se permitieron este principio de semana manifestar su intención de aportar de manera conjunta soluciones a la crisis política que vive el país. Según coincidieron unos y otros, son muchos más los puntos que los acercan que aquellos que las alejan. Y la verdad es que de ello no teníamos la menor duda .
Solo hubo un matiz sin apenas importancia práctica que los diferenció. Mientras los representantes del burocratismo sindical evitaron discretamente posicionarse acerca de cuál era su opción partidaria en relación con la constitución de un nuevo ejecutivo «estable», el jefe de la patronal, Rosell, , en cambio, no ocultó las simpatías de la patronal por la constitución de una «gran coalición», al más puro estilo germánico.
La cuestión es que los patrones, a diferencia de los asalariados, son conocedores del tsunami que en el curso de los próximos meses se nos viene encima, pues no en vano van a ser beneficiarios de sus efectos. Con una prudente capacidad preventiva, Javier Vega de Seoane, el presidente del Círculo de Empresarios advirtió en el periódico El País que «la cosa no está para andar jugueteando con el muñeco», añadiendo algo que muchos en el campo de la «izquierda» institucionalizada parecen haber olvidado con tanto fuegos de artificios parlamentarios: “Lo fundamental – aseveró – es disponer de dos años por delante para hacer las grandes reformas pendientes de forma sensata”.
Y es que mientras una buena parte de la sociedad y sus representantes parlamentarios parecen estar embelesados por el proyecto regeneracionista del régimen del 78, lo que nos espera a la vuelta de la esquina es una oleada de nuevos recortes y devastadoras privatizaciones, en un marco económico mundial en el que vuelven a aparecer los densos nubarrones de una nueva crisis.