Ha quedado evidente que la economía no la sostiene las fortunas de los grandes millonarios; la economía la sostiene la clase obrera que acude día a día a su puesto de trabajo, y que es lo que realmente genera la riqueza de cualquier sociedad. Por lo tanto es hora de que frente a la incompetencia de las multinacionales para sostenerse en el mercado, la clase trabajadora debe asumir la opción de auto organizarse, controlar y gestionar por ella misma los medios de producción.



El sector financiero ha comenzado a padecer en carne propia diversos procesos de despidos colectivos de manera traumática. Casos como el de Sabadell-CAM o el de Bankia eran impensables hasta hace muy poco, ya que las empresas (bancos y cajas actualmente bancarizadas) habían llevado a cabo sus reestructuraciones o reducciones de plantilla por métodos menos traumáticos. La nueva situación obliga a los trabajadores y a los sindicatos del sector a responder a la agresividad de las medidas colectivas de despido.


