Las oligarquías ordenan las guerras que sangran los pueblos
“La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran.” Paul Valéry
No existe sinsentido más atroz que la guerra capitalista. Los ataques indiscriminados de Rusia que hoy se viven en Ucrania, como se viven en muchos lugares del mundo con menos visibilidad, tienen una única víctima: la población civil, los pueblos. Mientras que aquellos que los ordenan se esconden tras lujosas mesas, las personas sufren los horrores de la guerra, el asesinato, los abusos, la represión, los bombardeos y la destrucción.
En nombre de los Estados o la patria, tras los que se esconden las oligarquías empresariales y políticas, se llama a filas y condena al sufrimiento a millones de personas con el objetivo de mantener una pugna de poderes y privilegios particulares de las mismas élites a uno y otro lado de la contienda.
Una vez producidos lo ataques no queda lugar para más llamadas a la prudencia, hay que finalizar de inmediato las agresiones y abandonar la vía de la masacre armada. Son las vidas de millones de personas trabajadoras las que están en juego, utilizados como peones en un tablero donde pugnan poderes espurios: las pretensiones expansionistas de imperialistas en decadencia, la implosión del actual sistema capitalista y las pugnas por unos recursos naturales cada vez más mermados.
El capital, en su crisis sistémica, tiene claro que debe seguir avivando la maquinaria de la industria de armamento aunque para ello deban morir miles. Hemos de plantarnos frente a ellos, decir hoy no a la guerra es decir sí a la dignidad de los pueblos. Es una batalla por la vida. No son nuestros ni los aíres imperialistas de Rusia, ni las pretensiones expansionistas de la OTAN, EEUU y sus aliados.
Si hemos de luchar que sea frente a las agresiones diarias que sufrimos como clase trabajadora, por parte de una élite miserable y decadente, con el objetivo final de nuestra emancipación.
El antimilitarismo y la solidaridad fraternal entre las personas trabajadoras del mundo es hoy en día el único bando que defender y en el que alistarse.
NO A LA GUERRA, NO EN NUESTRO NOMBRE