CGT denuncia que, en noviembre y diciembre, la dirección de los grandes almacenes se salta la legislación y obliga a hacer jornadas seguidas de hasta 15 horas con descansos de menos de siete horas en algunos casos.
El sindicalismo ante el fin del trabajo (Por Rafael Cid)
“¿Cómo puedo conocer lo que pienso
hasta que no vea lo que digo?”
(W.H. Auden)
Desde que Alfred Marshall publicará sus Principles, allá por el año 1890, catalogando la economía como disciplina específica, los factores de producción consignados tradicionalmente han sido tres: tierra, trabajo y capital. Todos ellos considerados como recursos escasos y susceptibles de usos alternativos para lograr el objetivo de satisfacer las necesidades humanas.
Incluso, una de sus estirpes teóricas más influyentes, la que va desde Adam Smith a Carlos Marx, pasando por David Ricardo y Pierre-Joseph Proudhon, postuló que el “trabajo” ocupaba el centro del sistema, y que de su cuantía y adecuada administración dependía el coste de producción de las mercancías. En gran medida, esa concepción valor-trabajo informó la etapa de la civilización industrial, en sus diferentes y continuados episodios de renovación, dando lugar a una dinámica social que gravitaba sobre la dualidad entre trabajo y capital. Las organizaciones obreras surgen y se institucionalizan al calor de esa perspectiva a la vez antagónica y concurrente.