James Heckman, premio Nobel de Economía del año 2000, ha demostrado con sus trabajos de investigación que es más rentable invertir en párvulos que en bolsa.

La afirmación puede sorprender, especialmente por el hecho de mezclar el mundo de la educación y el de la economía. Pero es que ambas disciplinas se interrelacionan de un modo muy intenso.

Esta potente relación entre economía y educación es un tema apasionante, en el que desarrollo mi trabajo de investigación de doctorado. Me gustaría, a través de INED21, poder compartir algunos de los trabajos académicos más relevantes que se han realizado en los últimos años en la rama científica de Economía de la Educación. Y creo que la mejor manera de empezar es con las investigaciones del profesor Heckman.

La inversión en educación es necesaria y es fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad. Son numerosos los autores que así lo han señalado. James Heckman ha analizado, en concreto, la inversión en atención y educación de la primera infancia (AEPI), señalando que invertir en aptitudes socioculturales del niño -como la motivación o la confianza en sí mismo- genera más beneficio económico y social que otro tipo de inversiones.

¿Por qué es rentable invertir en educación?

Los trabajos de investigación científica de los últimos años han demostrado los beneficios de una educación temprana de calidad. La ecuación es simple, a mayor nivel de educación, mayor nivel de renta de la persona.

Theodore Shultz fue el primer investigador que señaló la educación como una forma de inversión. Sus trabajos demostraron, por vez primera, que la educación conduce  a las personas a mejorar su nivel de renta y su nivel de bienestar. Sus estudios le valieron el Premio Nobel de Economía en 1979.

El fracaso escolar es un lastre social por su impacto en las familias, la salud y la cohesión social. Y el problema tiene, además, un impacto directo en las arcas públicas, pues a menor formación menor salario y menor consumo. Algunos estudios han cuantificado que una persona con estudios universitarios paga en impuestos casi el triple que las personas sin estudios.

Los datos son muy relevantes especialmente para aquellos países que cuentan con un elevado índice de abandono prematuro de los estudios, como puede ser el caso de España-con un índice del 29% frente al 14% de la UE-. Y más, si tenemos en cuenta que a pesar de las múltiples reformas educativas, la tasa se mantiene prácticamente estable desde hace muchos años.

¿Por qué en educación temprana?

Los trabajos de James Heckman han concluido que la rentabilidad de invertir en educación de primera infancia es superior a otros tipos de inversión.

Las conclusiones de Heckman destacan que el entorno familiar condiciona mucho los resultados a los que puede aspirar un niño al alcanzar la edad adulta. En concreto, habla del “accidente del nacimiento”, para referirse a que el azar de nacer en una determinada familia constituye una fuente importante de desigualdad.

La diferencia de capacidades entre los niños desfavorecidos y los de familias acomodadas comienza a detectarse en una edad muy temprana. El contexto familiar de los párvulos es un factor que permite predecir con bastante precisión sus futuras capacidades cognitivas y socioemotivas.

Si una sociedad invierte en educación en edad temprana, fomenta la escolaridad, reduce la delincuencia, mejora las aptitudes de los niños y les conduce a obtener mejores niveles de renta en su vida profesional futura. Un mayor nivel de renta repercute en mejorar la vida de la persona y contribuir con un mayor nivel de impuestos a la sociedad y, por tanto, genera un mayor bienestar social. Invertir en medidas que palien las diferencias entre los párvulos es una inversión rentable.

El profesor Heckman señala que la formación que se va sumando a lo largo de la vida es dinámica. “Las competencias generan competencias y la motivación produce más motivación. Si un niño carece de motivación para aprender y emprender desde los primeros años, es muy difícil que en la edad adulta tenga éxito profesional y social”. Sus conclusiones indican que no se trata simplemente del nivel de ingresos de los padres. Lo más importante es la calidad del contexto familiar y social que los niños encuentran en su infancia.

Los primeros años de la vida de un niño “son decisivos para la génesis de las aptitudes cognitivas, mientras que la adolescencia es una etapa importante para la génesis de aptitudes no cognitivas”. Heckman señala que las medidas que se aplican de forma tardía para compensar la desventaja inicial suelen ser más costosas e ineficaces. Las medidas que se aplican en los primeros años de los niños son más efectivas que las tardías.

La clase política debería tener muy en cuenta estos estudios e intentar dirigir las políticas públicas a mejorar la inversión en educación, ya que la educación es el pasaporte al futuro… y no sólo para cada una de las personas a nivel individual, sino también para la sociedad en su conjunto. La importancia de la educación en nuestra sociedad es una realidad, y más en un momento como el actual. Los niños son el recurso más importante del mundo y la mejor esperanza para el futuro. No es una propuesta superficial, está fundamentada en los resultados de múltiples estudios científicos… y las conclusiones coinciden: mejor educación = mejor futuro.

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