– Han conseguido cabrear a Calimero.

Era difícil, pero la nueva ley mordaza ha colmado el vaso.

calimeroEl comandante Calimero  va lanzado. Se cuestiona todo. Por ejemplo; ¿cual es el objeto social al que se dirigen las movilizaciones?. Porque si es a la ciudadanía, quizá no tenga ningún sentido. Puede que actualmente los ciudadanos ya no pintemos nada. Podemos aspirar, como mucho, a cambiar el gobierno, pero no a ejercer el poder. Ni aunque se pusieran de acuerdo todos los habitantes del estado. El poder es de ellos. ¿De los mercados? NO –dice Calimero, -de la élite que los controla. -Que son cuatro mangantes, perdón quiero decir magnates-

Los enfrentamientos en la calle no sirven de gran cosa.  Los mangantes ni se inmutan. Se entretienen viendo por la tele como la plebe se lía a tortas con la policía.

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Ellos a su bola navegando en su yate.

Los manifestantes no pueden alcan-zarles de ningún modo. Es como si saltan la valla de su mansión y se ponen a discutir sobre la justicia social con su rottweiler en el jardín. Al cánido que le cuentan, quien le alimente es su dios. Y del jardín es imposible pasar.

Al mangante no hay manera de acercarse. -¡Si que se puede! -Exclama Calimero. ¿Cómo que no? ¿Dónde se meten? Habría que localizarles y montarles  el pollo en su club de campo. En la calle podemos hacer lo que queramos, a ellos les da igual.

Calimero gritaba enloquecido. ¡Son o ellos o nosotros y nosotros somos mas! –Exclamó. ¡Uniros al Comando Calimero!. Ya teneis un comandante; Comandante Calimero…..y así se pasó toda la tarde.

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