En la mentalidad colectiva de nuestra sociedad está hoy muy extendido el convencimiento de que la igualdad entre mujeres y hombres está conseguida en el terreno laboral. Sin embargo, aparte de la desigualdad por otras razones, hoy quiero centrarme en lo que concierne a lo de ser padres y madres en el mundo laboral.

Empecemos recordando la ley de 2009, por la cual, en enero de 2011 el permiso de paternidad pasaría a ser de 2 a 4 semanas. A finales de 2010 el Gobierno del PSOE anuncia que se ve obligado a postergar dicha ampliación hasta enero del 2012. Y, un año más tarde, el nuevo Gobierno del PP, en el Cº de Ministros de diciembre 2011 acordó un nuevo aplazamiento hasta el 1 de enero de 2013. Ambos partidos se han escudado en la crisis para retrasar la aplicación de la ley; dictaminada por los socialistas y aceptada por los populares, ya que ellos mismos han dicho: “la principal barrera que impide lograr la plena igualdad entre hombres y mujeres es ampliar la duración del permiso de paternidad”.

Y como por una vez y sin que sirva de precedente, yo suscribo esta frase del PP, propongo una reflexión sobre este punto.

Tradicionalmente, sólo disfrutaba de permiso la madre. El hecho biológico de dar a luz y la habitual dedicación de la madre al cuidado del bebé, no cuestionaba que ella tuviera una baja laboral, aunque fuese discutible la duración de la misma. Así, se ha ido formando en el inconsciente colectivo el convencimiento de la responsabilidad de la madre, casi en exclusiva, desde el momento del nacimiento. El papel del padre se ha reducido a disfrutar del retoño en sus ratos libres y, en el mejor de los casos “a ayudarla” como se suele decir.

Y no está de más que nos demos cuenta que esta expresión de “ayudarla” lleva grabada en el fondo la mentalidad colectiva; es decir, la responsabilidad es de ella, mientras que él le echa una mano a la hora de atender dicha responsabilidad. Y seguramente se ha avanzado bastante en esto de la ayuda ya que muchos padres ¡que no todos!, colaboran en la medida de su disponibilidad laboral a cuidar de los críos. Pero ¡ojo! el trabajo sigue marcando la posible ayuda del padre, mientras que en cuanto la mujer acabe la baja de maternidad y vuelva al trabajo, tendrá que ver cómo resuelve los problemas que se vayan presentando con el retoño y su horario de trabajo. Aunque en algún caso el padre también considerará que tiene que participar en la solución de los problemas que aparezcan, en caso de conflicto con el horario laboral.

Tanto si se trata de nacimiento o adopción, la legislación española otorga los siguientes permisos :

  • Para la madre: 16 semanas obligatorias. De ellas son intransferibles las 6 primeras y voluntariamente transferibles a su pareja las 10 restantes; parcial o totalmente.
  • Para el padre: 2 semanas intransferibles, pero voluntarias.

Veamos unos cuantos ejemplos de lo que pasa en la realidad:

  • En buen número de empresas prefieren contratar hombres que mujeres, por lo de que “luego ella se queda embarazada y hay que concederle la baja maternal, porque es obligatoria”, mientras que el permiso a los padres es voluntario. Naturalmente nadie lo reconocerá públicamente porque esto sería políticamente incorrecto, pero la información procedente de las empresas así lo confirman.
  • Parece que una mayoría de los padres hace uso de su permiso de 2 semanas, aunque también se sabe que buen número de hombres ceden ante la presión expresa o sutil de las empresas y no lo utilizan o solamente en parte.
  • En los casos de parejas que optan por atender en casa al crío y no llevarlo enseguida a una guardería, será ella la que pedirá una excedencia para cuidarle. Una razón más por la que verá reducidas sus probabilidades de progresar en la empresa. La dedicación plena es fundamental a la hora de ascender.
  • Y, aunque la madre se incorpore al finalizar la baja maternal, en la mayoría de los casos intentará no prorrogar sus horas de trabajo, comportamiento que también en la mayoría de los casos no hará el padre; especialmente siendo elemento negativo cara a la empresa.

Es decir, la realidad laboral confirma que a pesar de la igualdad en estudios y presencia de las mujeres en el mercado del trabajo, la desigualdad de oportunidades es manifiesta. Pocas mujeres llegarán a los altos puestos de las empresas y pocos hombres aportarán en suficiente medida sus cuidados, su cariño y su presencia específica a sus hijos e hijas.

En la Unión Europea, Portugal es el único país que obliga a los padres a tomarse 5 días de permiso para el cuidado de su recién nacido bebé.

Aunque sin ser obligatorio, en diversos países del norte europeo el permiso por nacimiento de hijos e hijas es idéntico para el padre y la madre. Creo que 3 meses en Islandia y 10 semanas en Noruega, siempre como permisos intransferibles. Se sabe que los padres lo toman y cuidan a sus bebés, siendo mal considerado si alguno no lo hace. Está en la mente colectiva que la responsabilidad es tanto del padre como de la madre. Y se manifiesta desde estos países, que ha supuesto una verdadera transformación en el comportamiento de los hombres que han experimentado el cuidado de sus pequeños. No solamente en la cercanía que se crea entre él y sus descendientes, sino también para el futuro, en lo que concierne al cuidado de los mayores. Tarea “adjudicada socialmente” también aquí a las mujeres.

En el estado español existe la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción -PPIINA-, que lleva años peleando por este objetivo. Incluso presentaron un proyecto detallado a los partidos políticos antes de las últimas elecciones. Recalcan en el mismo, que la mentalidad generalizada en nuestros países exige que en la actualidad los permisos de los padres tienen que ser necesariamente obligatorios, ya que en caso contrario no se utilizarán mayoritariamente.

Y seguiremos sin avanzar….

Marga Roig

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