Hispaña se constituye en un estado precario y antidemocrático de desecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la esclavitud, la coacción, la injusticia, la desigualdad y la corrupción política.
En cada empresa habrá un chulo, o más.
Los gobiernos, las multinacionales y la banca contribuyen al mantenimiento de la esclavitud. Su estructura interna y funcionamiento no serán nunca democráticos.
Los derechos desaparecerán, los deberes aumentarán, tener dignidad será castigado duramente y se cambiará “derechos humanos” por “humanos derechos”.
La nacionalidad hispañola se adquiere, se conserva en el frigorífico, caduca en la fecha que viene en la tapa de los sesos y se pierde cuando palmas.
Ningún hispañol podrá ser vasco, gallego y catalán a la vez.
El Estado podrá concertar tratados de quíntuple nacionalidad con los países bajos, altos, catalanes, vascos, gallegos, iberoamericanos, o con aquellos que paguen lo suficiente.
Los hispañoles son mayores de edad cuando lo demuestren.
Todos pueden ser sometidos a tortura y a penas o tratos inhumanos o degradantes.