Libertari@sPresentamos el debate de tres militantes libertarios que presentan tres posiciones diferente ante la aparición de nuevos partidos políticos, y la posibilidad de intervenir en Ayuntamientos con tesis municipalistas.

El siguiente folleto surge del intercambio de correspondencia entre tres militantes libertarios, amigos entre sí, que discuten desde tres posiciones diferentes, en torno a la aparición de nuevos partidos políticos, y la posibilidad de intervenir en Ayuntamientos con tesis municipalistas. Es un folleto hecho por libertarios en clave de debate –aunque no solo para libertarios–, ya que entendemos que la visión y posturas que en el se desarrollan no son exclusivas de ese ámbito y que –con modestia– pueden ser interesantes para otros sectores y tradiciones, así como para el público en general.

Aparte del cruce de correspondencia hemos visto conveniente introducir como anexo, un texto sobre el Municipio Libre de 2001 cuyo autor es Luis Andrés Edo, anarquista fallecido hace unos años.

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Carta de Víctor López.

Estimado compañero, el motivo que me mueve a comunicarme contigo es el fenómeno “Podemos”, fenómeno de carácter electoralista, pero que también tiene otras connotaciones.

Connotaciones de tipo participativo, ya que en cientos de poblaciones en estos momentos, miles de personas se están preparando para intervenir en política local, más allá de que la cúpula de Podemos esté girando hacia un partido convencional o de tipo leninista en lo organizativo.

Pienso que hay que diferenciar entre el fenómeno mediático, entre la cúpula, de la que no me interesa nada, y lo que se está dando en pueblos como el mío, en que Podemos tiene ya inscritas a más de 700 personas que han participado en movimientos sociales, ecologistas, de parados, o en nada, y empiezan en este momento con mucha energía. Recogen el impulso democrático del 15-M, la asamblea como medio, la idea de que es el pueblo organizado el que puede llevar a cabo el cambio.

Pienso que los anarquistas tenemos que decir algo de lo que sucede. Un partido que recoge el descontento del 15-M, que agrupa a miles de voluntarios, que quiere acabar con la corrupción, la precariedad y los recortes, tenemos que opinar al respecto.

Nuestro papel, pienso que debe ser decirle a esas personas, que si toman el Poder municipal, mientras menos gobiernen, mejor gobierno serán. Que actúen siempre contando con los movimientos sociales, que si quieren hacer un parque que trasladen la gestión al grupo ecologista y a los vecinos; que si quieren potenciar un proyecto educativo lo entreguen a la marea verde; que si hay carencia de empleo entreguen la bolsa a la asociación de parados; que se municipalice suelo y se construya la gente su propia vivienda. Etc. Es decir, que abandonen el Poder, que trasladen la capacidad de decisión a las organizaciones del pueblo, que es donde debemos estar nosotros.

Que aprovechen y aprovechemos la cobertura de un partido anti-sistema en algunos lugares, para potenciar y construir instituciones autónomas de contrapoder, que ya hay experiencias en el municipalismo que están funcionando, a pesar de tener muchas fuerzas en contra. Por ejemplo el Confederalismo Democrático en el Kurdistan (1), o las comunidades Zapatistas de Chiapas, por poner solo dos ejemplos. No son del todo anarquistas, pero sí tienen muchos puntos en común con nuestras ideas.

A primera vista podía parecer que los del “no nos representan” han pasado al “representadnos”. Pero, repito, no se nos debe pasar por alto el proceso “constituyente” que supone que todas estas personas, muchas de ellas por primera vez, se estén implicando en política en torno a las elecciones municipales, y ahí, en el municipalismo, tenemos algo que decir, y no solo en Podemos sino en algunos Ganemos, no montados como marca blanca de IU y CUT en el caso Andaluz.

Yo veo el papel de los movimientos sociales como “lobby”, mientras se van creando instituciones al margen del Estado. Creo que el papel de los libertarios en estos momentos no debe pasar ni por el abstencionismo por sistema, ni por entregarnos con armas y bagaje a los brazos de proyectos electoralistas socialdemócratas.

En definitiva, pienso que el escenario municipalista nos es favorable en cuanto a aportación ideológica, programática y experiencia mas allá del hecho en sí de las elecciones, tenemos una extensa tradición en ese marco (2): el Municipalismo Libertario de Bookchin, la Comuna de Paris, las Colectividades de Aragón y de la España Revolucionaria, Felipe Alaiz y su obra “Hacia una federación de autonomías ibéricas”, los cantones en España…, y un largo etc. de intervención municipal.

Los anarquistas, al margen de presentarse o no a las elecciones municipales, tenemos la obligación de participar en este proceso intentando influir en él para que el giro que tome sea hacia la autonomía y no hacia la integración en las estructuras estatales.

Victor López, afiliado de CGT, obrero metalúrgico.

NOTAS

(1) El Confederalismo Democrático es fruto de la evolución ideológica del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) desde el leninismo hacia el municipalismo libertario, influido por el anarquista Murray Bookchin. Se trata de una propuesta de democracia directa radical en lo político, y comunalista en lo económico y social, un modelo de sociedad antijerárquico que no lucha por el establecimiento de un Estado Kurdo, y por tanto de una clase social opresora, si no que lucha por el establecimiento de la Confederación de Comunidades, un modelo de comunas libres confederadas. Este es el modelo de sociedad que el pueblo kurdo está instaurando en la región de Rojava y Kobane, una sociedad auto-organizada de abajo a arriba, con cabida de todas las etnias que vivan en un territorio, la confederación de municipios libres, la no generación de aparatos Estatales ni de clases sociales opresoras, y la propiedad comunal de los medios de producción.

(2) ver anexo.

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Respuesta de Beltrán Roca.

Estimado compañero. He leído con atención tu carta y en términos generales comparto el punto de vista de que los libertarios no podemos permanecer aislados de las nuevas dinámicas de organización política que se están gestando en España y en otros lugares.

El eje de mi argumentación es que si bien en otros momentos históricos, cuando el enorme y burocrático edificio soviético aún estaba en pie, el anarquismo hizo bien en guardar las distancias respecto a otras corrientes de la izquierda, hoy nos encontramos ante un escenario muy distinto.

Por un lado, el actual proceso de globalización y el avance de un modelo social neoliberal, ha dejado impotentes y desconcertados a los sectores socialdemócratas (sindicatos de Estado y partidos de origen obrero), con los que el Capital ya no ve necesario pactar y otorgar espacios de poder social. Por otro lado, la falta de un referente comunista alternativo (debida la descomposición de la URSS y el viraje hacia el capitalismo de China) ha dejado huérfana a buena parte de la izquierda radical que se ha aventurado a buscar otros referentes organizativos e ideológicos a partir de la conexión con movimientos indígenas, libertarios, feministas, anti-imperialistas, contraculturales, ecologistas, autónomos, etc. Se ha formado así una nueva izquierda, que ha tendido ciertos puentes con la tradición libertaria. Y esas conexiones deben ser la base para la unidad de acción, la negociación, el diálogo, el fortalecimientos de los movimientos de masas y la construcción de alternativas. Las propuestas de John Holloway, o las experiencia del EZLN chiapaneco o el confederalismo democrático Kurdo, son sólo algunos ejemplos de lo fructífero de este diálogo e hibridación entre las izquierdas.

Los actuales libertarios por lo general no somos ingenuos, sabemos que con nuestros actuales planteamientos, modelos organizativos y estrategias no vamos a avanzar hacia la sociedad deseada. El problema radica en que, salvo honrosas excepciones, nuestras energías se centran en enfatizar los aspectos que diferencian a nuestra tradición de las otras ideologías políticas, y nos agrupamos en organizaciones que reproducen estas dinámicas de distinción (respecto a otras corrientes de izquierda, pero también frente a otras organizaciones o tendencias de corte libertario). De este modo, tiende a reinar el pesimismo, la desconfianza, las pugnas internas y la crítica estéril y destructiva. Romper con este círculo vicioso requiere un cambio de actitud, una apertura al exterior, una implicación activa, generosa y constructiva en los movimientos sociales y las organizaciones populares, primando una actitud de respeto hacia otras corrientes de la izquierda (la única actitud que puede mantener fuerte y unido al movimiento social). Estoy convencido de que partiendo del respecto y del diálogo es posible avanzar hacia el horizonte libertario con mayor facilidad, acumulando fuerzas y ganando terreno a los opresores.

El actual contexto español, como bien indicas, creo que ofrece importantes oportunidades para este desafío. No comparto con tu afirmación de que Podemos haya experimentado una deriva “leninista”, ni que los diversos Ganemos sean en muchos casos la “marca blanca” del Partido Comunista.  Podemos, con sus virtudes y sus defectos (en los que no veo necesario entrar ahora), recoge muchas aportaciones de esta nueva izquierda, con un ethos más democrático y con una visión más práctica y abierta. Los Ganemos, por su parte, si bien en numerosos municipios fueron impulsados por personas de IU y de la izquierda tradicional, la disputa por la utilización de la fórmula “agrupación de electores” o “coalición de partidos” ha terminado por separar a la nueva plataforma ciudadana del viejo partido, que se niega -como es lógico- a disolverse y renunciar a sus señas de identidad.

La cuestión más controvertida es el papel que los libertarios pueden tener en este contexto político, con unas elecciones municipales y generales en el horizonte. Ante la irrupción de Podemos y el nuevo municipalismo, los libertarios tienen tres opciones: el enfrentamiento, el diálogo y la participación. La opción del enfrentamiento, considero, se encuentra en un punto muerto. El anarquismo no se arraiga en la sociedad española, está estancado o en declive, mientras otras formaciones y corrientes son capaces de ilusionar y movilizar a millones de personas que están sufriendo las graves consecuencias de la crisis del sistema. Creo que esta opción es la que ha predominado entre los libertarios, que se han limitado a militar en sus propias organizaciones, organizaciones que han sido muy minoritarias y con muy poca capacidad de intervención. En los párrafos anteriores creo haber demostrado que estamos en un nuevo contexto en el que otras estrategias pueden dar más frutos.

La segunda opción es la del diálogo. Según esta visión la estrategia libertaria, por tanto, consiste en fortalecer los movimientos sociales autónomos y las organizaciones de masas que, en caso de aumentar las contradicciones del sistema, serán capaces de disolver y sustituir el actual sistema político y económico por otro basado en la igualdad, la democracia directa y el socialismo. Así, los defensores de este anarquismo social y organizado, proponen crear organizaciones específicamente libertarias pero involucrarse activamente en las luchas populares, junto a personas no politizadas o de bagajes políticos muy diversos. En el estado español esta tendencia estaría representada por el recientemente constituido grupo Proces Embat en Cataluña. En otros puntos del planeta, los movimientos de carácter anti-autoritario más potentes han nacido precisamente del diálogo, el respeto y la participación de diferentes tradiciones revolucionarias, entre ellas la de la izquierda libertaria. Buena parte del movimiento libertario chileno, por ejemplo, está avanzando enormemente en el campo sindical, estudiantil y vecinal gracias a esta exitosa estrategia. Aplicar esta receta al ámbito español requeriría revisar profundamente dinámicas fuertemente arraigadas en los militantes anarquistas. A pesar de ello, cada vez son más voces las que reclaman este cambio de actitud.

La tercera opción, la más polémica, es la de la participación. La práctica totalidad de los libertarios españoles piensa que participar en el juego electoral legitima un sistema corrupto, injusto y anti-democrático. Sin embargo, algunos hemos decidido implicarnos en Podemos o en las iniciativas municipalistas, por considerar que asumir esta contradicción puede contribuir a agudizar las contradicciones del sistema y puede ayudar a construir espacios de auto-organización en los barrios y municipios. Aquí caben muchos matices. Desde libertarios que participan en o votan a Podemos, porque consideran que este partido fomentará un clima de confrontación entre la Troika y el capital financiero por un lado, y el pueblo trabajador por otro; hasta aquellos, entre los que me incluyo, que han decidido apoyar públicamente iniciativas municipalistas de carácter electoral con el objeto de recabar apoyo institucional para lanzar proyectos autogestionarios y de democracia directa. Esta opción no es incompatible con la segunda, con el diálogo, y puede entenderse como un intento (aún por explorar) por reforzarlo.

Es cierto que todo gobierno se basa en la distinción entre dominantes y dominados. Pero también es cierto que las revoluciones nunca ha sido el resultado consciente de un plan de una minoría revolucionaria y altamente coherente y concienzada. La única manera de extenderse e influir socialmente es dejar de pensar en términos absolutos, en blanco o negro, y ser capaces de reconocer la escala de grises, encontrando nuestro camino a cada momento y asumiendo contradicciones. No hay una única respuesta o táctica ante todas las situaciones. Habrá ocasiones en que una táctica pueda reforzar a los movimientos o ampliar las contradicciones, o la confianza en si mismo del pueblo trabajador, y habrá contextos en que esa misma táctica será contraproducente. Igual que en otras ocasiones recurrimos a abogados, expertos, juzgados, centros de mediación, negociaciones con entidades bancarias, negociaciones con el poder político, acuerdos con la patronal…, porque sabemos que estas decisiones pueden abrir nuestro camino a la emancipación, fortaleciendo nuestras organizaciones populares; es posible que consideramos que en determinados momentos la táctica electoral pueda darnos resultados (por ejemplo, dando visibilidad a ciertos discursos o líderes populares, influenciando en políticas públicas, dinamizando el asociacionismo…). En la lucha por la emancipación hay tal desigualdad de fuerzas entre el Estado/capital y los trabajadores que sólo desde una gran astucia estaremos en condiciones de ganar algunas batallas. La astucia y el dogmatismo son incompatibles.

Lo que está claro es que numerosos libertarios históricamente han recurrido a la táctica electoral, y no es justo que los defensores del enfrentamiento directo realicen esos ataques personales tan viscerales por ello. Al fin y al cabo, lo más libertario es tener la libertad probar nuevos caminos y tomar tus propias decisiones.

Beltrán Roca, profesor, antropólogo, afiliado de la CNT.

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Hola Victor, y Beltrán. Mi esperanza en que los nuevos clubs electorales puedan cambiar las reglas políticas de este país, es nula. Es verdad, que Podemos, Ganemos u otros han levantado muchas expectativas, y que actualmente hay miles de personas inscritas, debatiendo en asamblea, qué pueden o no hacer para conquistar el Ayuntamiento.

Dices que algo tendremos que decir los anarquistas frente al fenómeno municipal. Y tu propuesta es que les instemos a no gobernar, y a trasladar el poder al pueblo. Nada  que objetar. Me parece bien que los libertarios difundan esa idea, que se me antoja, muy sana. El problema es que, hasta ahora, no se ha visto en ninguna parte, que un alcalde ceda sus potestades a una asamblea de vecinos. Salvo para que legitimen sus propuestas, si acaso.

Pero –como te digo–, no veo mal que concurras, si te parece oportuno, en ese ámbito, tú o más como tú, y que lleves tus propuestas a una asamblea de gente que reflexiona. Igualmente veo bien que un Ayuntamiento transfiera a asociaciones independientes, la gestión de bolsas de trabajo, de construcción de equipamientos de parques y jardines, de política de vivienda y de todo en general… Que habrá que verlo. Y antes, habrá que planificarlo y potenciarlo.

Y creo que fuera del Ayuntamiento, sí que tienen que estar los libertarios, tomando cargos en asociaciones, elaborando estatutos, denunciando, dando sentido colectivo a la lucha social, y orientando la acción colectiva. Los anarquistas deben formarse bien, aportar soluciones, entender lo que pasa en el pueblo, saber como funciona el barrio… En el Ayuntamiento no. En las asociaciones sí.

Este rechazo a lo institucional, tiene en mi caso una base empírica: ninguna revolución o reforma estatista, ha triunfado para dotar al pueblo de poder. Al contrario, la conquista del Estado ha quitado el poder al pueblo, y lo ha transferido al Gobierno y a su burocracia jerarquizada.

Basándome en esta experiencia empírica, pienso que ante la actividad política al uso, alguien tiene que explicar que profesionalizar, en política, es un crimen contra el pueblo. Profesionalizar es armar a una persona para que tenga todo el tiempo del mundo, para maquinar, conspirar, enredar, maniobrar, establecer contactos, conceder favores, poner a unos y quitar a otros. No queremos eso. Queremos que el pueblo pueda decidir lo que más le conviene, y que no se tenga que inclinar ante el señorito de turno de nuestro pueblo, llámese concejal de empleo, para conseguir un contrato de quince días que le faltan para cobrar la ayuda.

En definitiva, que no veo lo de la apoyar listas electorales, no solo por tradición, o por costumbre, o por teoría, si no porque la experiencia muestra que una y otra vez reproduce esa actividad, la división dominantes/dominados. Cuando algo pasa mil veces, casi seguro pasará mil y una veces.

También añado a lo anterior, que no veo que el anarquismo esté en declive, precisamente porque nuestras ideas se integran en la sociedad, y las usan de manera continua miles y miles de personas, que ven en la asamblea, en la participación real de las personas, y en el rechazo del autoritarismo, el ideal de relación política al que aspiran. Creo que no debemos confundir lo que es el anarquismo, algo muy amplio y difundido, con lo que somos los anarquistas declarados, que es algo bastante más modesto.

Pero eso no nos debe impedir actuar y organizarnos para movilizar, ilusionar y agrupar a miles, millones de personas. Nuestras líneas de conducta, pienso yo, han de ser trabajar allí donde esté uno, con las personas del entorno… El deber de un anarquista, es militar en el aquí y ahora y trabajar con lo que tenemos, no con lo que nos gustaría tener… O sea… Que referente a vuestras elucubraciones… Que como yo me junto con quien me da la gana y hago lo que me parece oportuno, veo bien que tú también hagas de tu capa un sayo.

Así que si te ha dado la chifladura, de ir a las asambleas de partidos o coaliciones, allá películas, no te voy a querer menos por eso. Si piensas que ahí, en instituciones, puedes aprender algo, y ser útil a nuestra causa, es tu potestad probar, equivocarte o acertar de ese modo. Solo te pido que recuerdes, o que recordéis, lo obvio: lo que sois, lo que eres, porque os habéis criado en una escuela, la libertaria o anarquista, que defiende el desapego personal. Por eso, si entras en algún antro institucionalizado, recuerda dónde está la salida de ese sitio, no sea que te pierdas en los pasillos, y luego no sepas dónde cuernos estás, y te olvides de quién eres tú.

En cualquier caso, no debemos perder de vista lo siguiente: aún cuando tengamos diferencias de estrategia, hemos de procurar reconocernos en el mundo anarquista, como hermanos de ideas. La Unión, la Solidaridad y todo eso. Y en el debate, razonar con mucha educación, dejando que cada cual yerre como prefiera, ya que… No te puedo abrir la cabezota a golpes de martillo, para introducir en ella mis ideas. Eso, no funciona.

Fernando Ventura, enfermero, afiliado a la CNT.

Anexo :

De la autodeterminación al municipio libre (2001)

Luis Andrés Edo

La autodeterminación no puede concebirse sin la condición de libre pensamiento del individuo.

La palabra determinación, al preceder del prefijo “auto”, concede una significado indiscutible de individualidad a dicho concepto.

No podría entenderse la autodeterminación de un Colectivo sin que cada uno de los individuos que lo componen gozara de la misma condición.

La autodeterminación así concebida garantiza la tolerancia.

Éstos son los fundamentos básicos que prioritariamente deben constituir los aspectos necesarios a un proyecto estructural del carácter libertario, en el que si hubiera que conferir una “centralidad” no sería otra que la autodeterminación del individuo.

El respecto a la individualidad es tanto más necesaria, cuanto que, para su supervivencia, le es esencial la relación con el Grupo, de forma que el equilibrio entre ambas figuras no representa la anulación de aquéllos, pues ello significaría la anulación del Grupo.

El conflicto entre ambas figuras está obligatoria y felizmente servido, pues ambas son absolutamente necesarias. Su relación convivencial produce la necesidad de la autodeterminación. Es decir, el conflicto existe, ciertamente la autodeterminación no lo anula, simplemente lo regula, conduciéndolo hacia un resultado creador de la convivencia donde las dos figuras quedan respetadas.

Aunque estos aspectos son de simple alcance elemental, creemos necesario recordarlos dada la escandalosa inflación del concepto. En efecto, el alcance territorial de la autodeterminación, ligado a cualquier discurso político nacionalista, lo vacía de todo su contenido, en el sentido de que tal discurso político niega al individuo el pleno derecho de decisión. A pesar de ser tan obvio, el nacionalismo político utiliza el concepto. Un concepto sobre la autodeterminación, como el que venimos reseñando en el presente trabajo, no está recogido en ningún texto institucional o constitucional, de ningún Estado del mundo. Es lógico, ya que sería una antagónica confrontación con la esencia misma de la institución estatal. Hemos querido señalar esta observación, aunque es ciertamente obvia, porque no puede entenderse la pretensión de algunos de defender los principios libertarios más prioritarios y al tiempo querer promover una actuación de participación institucional.

Generado, en la práctica, un comportamiento individual de libre decisión, en el seno del Grupo, de lo que se trata es saber en qué espacio estructural transbordar dicho comportamiento. De todas las estructuras sociales y políticas, conocidas hasta hoy, no encontramos una más idónea que el espacio comunal, donde la persona se halla más cercana y directa de la realidad del grupo social que la rodea. Por ello mismo puede actuar sobre esa realidad con mayor conocimiento y facilidad. Un espacio social, el Municipio, que Felipe Alaiz, en su obra “Hacia una Federación de Autonomías Ibéricas”, explica su desarrollo desde Roma, a través de más de dos mil años de historia, pasando por los Concejos, Comunas, o Asambleas abiertas de 1936-1939.

Un proceso histórico bimilenario, donde la experiencia comunal conoce altos y bajos, siempre sometida a las turbulencias bélicas, y a las luces y sombras teóricas y prácticas, centralistas, jacobistas y marxistas, hasta que en el seno de la Primera Internacional surge una formulación sólida y coherente donde el Federalismo, apoyado en los profundos análisis de Proudhom y Bakunin, donde aparece, en la Organización administrativa el “Consejo Local de Secciones”, como prólogo — nos dice Alaiz — del Municipio futuro.

Una lectura serena y objetiva de la obra de Felipe Alaiz, nos sugiere que acaso no fuera una “confusión” de Fanelli el proponer a Mengo y a Pellicer (representantes de la Primera Internacional de la Federación de Trabajadores de la Región Española) su adhesión a la Alianza, sino que fue el discurso de contenido federalista el que decantó a los españoles a las posiciones de Bakunin en el seno de la Primera Internacional.

En efecto — siempre requiriendo a Felipe Alaiz — la autonomía local promovida por los sectores populares existe en España desde los tiempos remotos de la Roma de los centuriones, convertidos en Tributos, pasando por el Consejo Común, el Fuero de León, y el de Sepúlveda, el Consejo Local, el Colectivismo Agrario, o las “Asociaciones Comunales Laboriosas”, los Germanías de Valencia o los Comuneros de Castilla, con sus libertades populares municipales. Este conjunto histórico de experiencias sociales y populares fue lo que decantó hacia las posiciones bakunistas a la sección Regional Española en la Primera Internacional. Así es, la magnitud de este macro proceso, dilatado en los siglos, no encontraba mejor acomodo que en la formulación del Federalismo elaborado por Bakunin.

El proceso histórico adquiere mayor relieve, cuando se sabe que la experiencia de la autonomía local, fue constantemente perseguida durante siglos.

Veamos lo que nos dice Felipe Alaiz al respecto en el capítulo “El Municipio Español desde la Época de Roma”: “En tiempos de Roma, la tierra que se apropiaba el conquistador quedaba gravada con canon, dando lugar al llamado señorío imperial, copiado posteriormente por el Estado hiperburocrático.

Hacia 1877 el Estado cifraba sus ilusiones en imponer a los españoles sin recursos el mismo régimen que imponía a blancos y negros en Cuba… El paralelismo es impresionante. Lo que era trata de negros en Cuba, era en España trata de blancos aldeanos, comprados y vendidos por hacendados, diputados y oficinistas. Con la ley del 77, el Municipio español, subalterno vendido del Estado, convirtió los pueblos en cárceles, prestándose los Municipios a ser una patrulla de asalto contra los campesinos.

»En el Estatuto Municipal de Primo de Rivera, decretado en marzo de 1924, cuyo autor fue Calvo de Sotelo, toda su novedad consistía en dividir el sufragio para la elección de concejales en universal y condicionado. Este último había de ejercerse por las corporaciones locales. Así como a un preso no se le deja en libertad dentro de su celda, dejaba Primo de Rivera a los Municipios después de exprimirles la bolsa y la vida. El Municipio era un cero a la izquierda en su propio término, en su propia casa, en sus propios asuntos. El Municipio arrastró su parálisis hasta el mismo 19 de Julio de 1936. Dividida España en dos sectores, la zona fascistas siguió con sus Municipios intervenidos.”

Resulta curioso observar el interés mantenido durante dos mil años por el Poder sobre el Municipio, reprimiéndolo y rejuzgándolo. Ello es la prueba del peligro que representa la autonomía local para el Poder, al tiempo que confirma el interés del Pueblo en su lucha por la autonomía del Municipio, (que siempre la utilizó como arma subversiva contra el Poder en cuantos sobresaltos revolucionarios se han producido), hasta el punto que habría que preguntarse si la finalidad perseguida por el Pueblo de alcanzar el Municipio Libre no ha constituido el motor revolucionario que ha conocido este país.

En todo caso, la Historia nos ha demostrado dos cosas: 1) la lucha comunal ha constituido, en este país, el movimiento popular más prolongado a través de los siglos, y 2) en todas las subversiones revolucionarias más importantes, el primer acto popular ha sido la ocupación del Consistorio Municipal.

Ante esta lectura de la Historia sorprende que el Movimiento Libertario no haya promovido la creación de una corriente popular estructurada en un “Municipio paralelo” (por supuesto, totalmente al margen del oficial) antes del “sobresalto revolucionario”.

Esta carencia no la ha cometido con la Organización Obrera, ni con la Federación específica, ni con la Escuela, ni con los Ateneos, ni con los Campos Sociales como el de la Juventud o el de las Mujeres, sin esperar el “sobresalto”, con lo que nos encontramos con una incalificable discriminación del Municipio Libre, al que sólo se ha recurrido (salvo en contadas excepciones) en situaciones revolucionarias.

El peso histórico de la lucha regular por la autonomía comunal, tal como queda configurada en la obra de Felipe Alaiz “Hacia una Federación de Autonomías Ibéricas” (1), debería haber sugerir al Movimiento Libertario la creación de una estructura, federativamente vertebrada, a través de las miles de localidades existentes, basada en el “Municipio Libre”, paralelo al oficial, sin esperar al “sobresalto”.

Cuando Felipe Alaiz nos está hablando de las cuencas de los ríos, de las cordilleras, de las costas, de los espacios urbanos y rurales, de las lenguas y de los usos y costumbres, nos está sugiriendo el marco social básico que pueda asumir y coordinar las lógicas diferencias: El Municipio Libre, sin necesidad de recurrir a ningún estamento político partitocrático o del Estado.

El propio Murray Bookchin (conducido no por la historografía, como el caso de Alaiz, sino por prefundar análisis sobre la Ecología Social), coincide con Alaiz en confirmar la estructura del “Municipio Libre”, como la más idónea para la transformación social.

Lo extraordinario de la coincidencia de estos dos grandes pensadores libertarios, no es que ambos opten por el Municipio Libertario como estructura idónea, sino que hayan llegado a idéntica conclusión a través de dos métodos analíticos distintos. Este fenómeno no hace sino que consolidar la figura estructural del Municipio Libre.

El hecho de que Murray Bookchin se deslice hacia una participación institucional en el seno del propio Municipio oficial —que obviamente rechazamos— para desarrollar una actividad libertaria, es una lamentable contradicción que, sin embargo, no debe impedirnos recoger lo mucho y positivo que ofrecen sus análisis.

En efecto, si la fuerza del discurso de Felipe Alaiz es la conexión entre la lucha regular a través de los siglos y la autonomía comunal, la fuerza del discurso de Murray Bookchin se sitúa en la conexión entre la estructura básica comunal y la Ecología Social. Así es, que una acción idónea y eficaz sobre ésta, no encuentra mejor acomodo que la estructura de un Municipio Libre.

En este estadio de la reflexión que estamos desarrollando en el presente trabajo, queremos abordar el tema de la alternativa a la situación delimpase, cuya magnitud negativa no tiene precedentes. En la primera década del siglo pasado el impase del movimiento anarquista pudo ser superado con la creación de una nueva estructura: la fundación de la CNT. En el momento actual las estructuras del anarcosindicalismo deben mantenerse, pues pueden constituir un valioso apoyo para cualquier nueva alternativa y porque, además, la crisis generalizada del sindicalismo, que arrastra a todas las tendencias, incluida la anarcosindicalista, no tiene que ser, forzosamente, definitiva. La situación puede cambiar y su influencia puede ser recuperada, pero las estructuras de la CNT no pueden hoy servir de catalizador a una alternativa capaz de sacarnos del impase.

Se plantea que, de nuevo, acaso sea una estructura distinta la alternativa, pero de un espacio existente: el municipal; una “estructura paralela”, no institucional ni institucionalizable con los estamentos oficiales: un “Municipio Paralelo” que podía ser reflejado por un “Foro Paralelo” donde desarrollar la Gran Discusión, teniendo como elemento básico el análisis de la lucha regular por la autonomía local, y la Ecología Social; Gran Discusión abierta a toda la diversidad existente de carácter libertario y antiautoritario.

Un análisis de esa lucha regular, cuyo elemento transversal fue la autonomía comunal, desencadenante de un fenómeno contemporáneo cualitativo, configurado en la libertad, propulsado por el anarquismo y que nos debe permitir abordar con eficacia las nuevas problemáticas sociales.

Un análisis sobre la Ecología Social, ofrecido por Murray Bookchin, sometiéndolo a discusión frente a las nuevas tecnologías, hoy más dudosas que nunca, especialmente por su incursión universal en las comunicaciones.

Entre otros, este podría ser el marco básico de la Gran Discusión en el “Foro Paralelo”, orientándola a la eventual elaboración de una “Carta Municipal”, paralela a la oficial, donde podrían quedar sugeridas las problemáticas de funcionamiento y orientación, de un futuro Municipio Libre.

(1) Edición reciente de Alicante.

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/33106

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