En la España del «primer mundo», la realidad explota día a día en la mismísima cara del Gobierno de coalición. Las colas del hambre aumentan cotidianamente y los bancos de alimentos están agotando sus existencias, nos alerta la colega Diana Cordero desde el medio alternativo Kaos en la Red. Hay focos de pobreza en todo el territorio español. Algunos más visibles, otros más ocultos. Todos desgarradores.
«La miseria que no cesa». Los Bancos de Alimentos de Madrid confirman que «más de 350.000 personas, un 6 % de la población de la región, acuden pidiendo comida a los bancos de alimentos, administraciones y entidades solidarias de todo tipo. El 10% corresponde a niños, niñas y adolescentes. 10 mil de ellxs, lactantes».
Cordero advierte que, todo esto «no empieza y termina en Madrid, aunque aquí sea más visible. Hay focos de pobreza en todo el territorio español. «Algunos más visibles, otros más ocultos. Todos desgarradores. Todos duelen e indignan. Todos generan rabia. Y todos evidencian la desigualdad e inequidad capitalista que se ha amplificado con el efecto de la pandemia«.
Fuerte crisis económica
Si bien la pandemia, y concordamos con Cordero, «ha amplificado la desigualdad» e inequidad provocada por una crisis del capitalismo, preexistente, las ametralladoras mediáticas instalan -como la BBC- que la crisis económica ha sido «desatada por la pandemia» y que está causando estragos en España. Donde ya, más de 550.000 empleos se han volatilizado de la noche a la mañana . Y el número de personas sin trabajo ya supera los 4 millones.
En la España progresista, al menos cuatro millones de ciudadanxs se han visto afectados por regulaciones temporales de empleo, lo que significa que, a pesar de las ayudas decretadas por el gobierno de Pedro Sánchez, en muchos casos sus salarios se han visto reducidos en un 50-80% .
Por esto, las filas del hambre cada vez están más y más repletas. «Está viniendo mucha más gente a por comida que antes. Antes aquí prácticamente solo venían personas sin hogar. Pero ahora vienen muchas, muchísimas familias», advierten desde el comedor social de Ave María.
«Lo más difícil es gestionar la impotencia, la impotencia de no poder ayudar a todos. Yo tengo aquí mucha comida, pero tengo que dársela a quien realmente la necesita. Y discernir es difícil», cuenta el padre Gonzalo de la parroquia Juan de Dios.
Oxfam Intermón publicó un informe: “El Virus del Hambre“, donde, entre otras cosas, también se refiere a las acciones que ha realizado el Gobierno de España para paliar el hambre que ha profundizado la aparición del coronavirus. En él denuncia que, “a día de hoy el ejecutivo español ha desembolsado 97.161 dólares, muy lejos de los 3,3 millones con los que se ha comprometido para responder al llamamiento de Naciones Unidas” para combatir la pandemia de la COVID-19. La ONG sostiene que España debe defender la ampliación de la iniciativa de alivio de deuda para que pase de términos de suspensión a términos de condonación para el período 2020-2022. Sugiere que el Gobierno español “podría avanzar en la puesta en marcha de un programa de conversión de deuda bilateral por inversiones en salud y respuesta al COVID-19”.
Redes vecinales para la solidaridad
Desde marzo, con el decreto del estado de alarma por el coronavirus, más de 20.000 madrileños se alimentan a través de redes vecinales solidarias. Las organizaciones se encuentran a la orden de los más desprotegidos debido a que los servicios sociales municipales están “desbordados”. Por ello han obligado a más de 6.100 voluntarios a prestar ayuda.
La Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (Fravm) emitió un comunicado, en mayo, para anunciar la puesta en marcha de más de 37 despensas solidarias gestionadas por madrileños concentrados en 58 redes vecinales.
Estas organizaciones de apoyo mutuo de los barrios de Madrid han distribuido alimentos y productos de primera necesidad a más de 5.800 familias. Cifras que crecen considerablemente todas las semanas. Fravm asegura que ocho redes de ayuda son las más congestionadas de familias necesitadas. Entre ellas: Centro, Aluche, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas, Vicálvaro, Villaverde, San Blas y Usera.
El hambre y la Big Data
En la era de la Big Data y la obsesión por los datos, la que es sin lugar a duda uno de los símbolos de nuestro tiempo, no tenemos la respuesta a una pregunta: ¿Cuantxs ciudadanxs pasan hambre en España?
Frente a la falta de información certera respecto de la cantidad de personas hambrientas que hay en el mundo, recurriremos al informe publicado el 13 de julio de 2020 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés).
En la última edición de «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo», se estima que casi 690 millones de personas ya pasaban hambre en 2019 (un aumento de 10 millones de personas desde 2018 y de casi 60 millones en cinco años). Los altos costos y la escasa asequibilidad impiden también a miles de millones de personas lograr una alimentación saludable o nutritiva. La cantidad de personas que sufren hambre es mayor en Asia, pero está creciendo con más rapidez en África. Según las previsiones del informe, la pandemia de COVID-19 podría provocar, para finales de 2020, un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo (es posible que, con el recrudecimiento del hambre aguda en el contexto de la pandemia, esta cifra aumente aún más en ocasiones).
Mientras se estancan los progresos en la lucha contra el hambre, la pandemia de COVID-19 profundiza una situación preexistente de vulnerabilidad y deficiencias de los sistemas alimentarios mundiales. Aunque es demasiado pronto para evaluar el pleno efecto de los confinamientos y otras medidas de contención, en el informe se estima que, como mínimo, otros 83 millones de personas, y quizá hasta 132 millones, puedan empezar a padecer hambre en 2020 como resultado de la recesión global post crisis de 2008 y agravada por la COVID-19.
El informe indica que a finales de 2019, 135 millones de personas de 55 países y territorios sufrían de inseguridad alimentaria aguda (Fase 3 o superior de la CIF/CH). Además, en los 55 países con crisis alimentaria a los que se refiere el informe, 75 millones de niños sufrían de retraso en el crecimiento y 17 millones padecieron emaciación (adelgazamiento patológico) en 2019.
Además, en 2019, 183 millones de personas fueron clasificadas en condiciones de «estrés» (Fase 2 de la CIF/CH), en la antesala del hambre aguda y en riesgo de caer en una situación de «crisis» o peor (Fase 3 o superior de la CIF/CH) si se enfrentan a una conmoción o a un factor estresante, como sucede con la pandemia de COVID-19.
En el caso de España, tampoco contamos con cifras fiables sobre el hambre. Según el informe de la FAO publicado en 2019, daba cuenta que en España ya había alrededor de 600.000 personas en situación de inseguridad alimentaria grave. Sin embargo, según la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales «la mala alimentación por motivos económicos y, en ocasiones, el hambre, son situaciones reales que afectaban a más de un millón de personas en España». En este sentido, basta con darse una vuelta por los miles de comedores sociales regentados por distintas organizaciones, asociaciones, ONG’s, que en sus puertas las filas son cada día más numerosas de ciudadanxs esperando su ración de comida. Y miles de niños y niñas que van al colegio sin poder desayunar porque sus familias ya no pueden permitírselo y cuya única «oportunidad» de alimentación mínimamente decente es la comida que ofrecen los colegios al mediodía.
Ya en el año 2016, distintos organismos no gubernamentales, denunciaban que la tasa de riesgo de pobreza de menores de 18 años en España era del 29,7%, es decir 9,7 puntos superior a la media europea y solo por detrás de Rumanía y Bulgaria. Aclaremos que en 2017 esta tasa bajó en España al 28,3%. Pero hoy se sitúa en el 30,1%.
Mientras que en el gobierno de coalición Español se debate la interna entre PSOE y Unidas Podemos, lo cierto es que el hambre cercena la igualdad de oportunidades de los menores: una alimentación insuficiente o inadecuada provoca déficit de atención escolar y problemas en su desarrollo cognitivo. Todos esos niños «malnutridos» están condenados a tener una educación insuficiente y por tanto su futuro laboral no parece muy halagüeño. Una alimentación deficiente también se traduce en problemas de salud. Y es que las familias con pocos recursos dedican su escaso presupuesto a adquirir alimentos «baratos» (los que pueden hacelo) pero de poco valor nutricional. El futuro se antoja pues desolador para estos niños.
No es la pandemia: ¡Imbécil!
Tanto Gobierno progresista como los medios corporativos de (des)información, achacan a la pandemia todos los males de España, y no a la improvización e impericia propias, que frente a una situación crítica, han hecho aguas por todos lados. El COVID-19 llegó para agravar una crisis ya preexistente, y no a provocarla.
En este sentido, los gurúes de la economía, ya en octubre de 2019 y sin pandemia a la vista, advertían de que España iba a entrar en una nueva fase de fuerte desaceleración económica, según los indicadores y el contexto internacional.
«El escenario en que nos encontramos ahora mismo», decían los popes, es parecido al escenario del 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero estaba como presidente del Gobierno, y eso hace pensar que el PSOE de Pedro Sánchez haya tardado en asumir una nueva crisis y retrasar la activación de las herramientas necesitarías para hacerles frente. Hoy la pandemia, se lo ha llevado puesto.
Pero existía una importante diferencia entre la España de 2007 y la España de 2019, y es que por entonces había más desequilibrios, pero también habían más medios para combatir la crisis, ya que la deuda pública en 2007 estaba alrededor del 60 por ciento del PIB y en 2019 alcanzó el 100 por ciento del PIB.
Varios indicadores como las matriculaciones, producción, consumo empresarial, energía, ya adelantaban la profundización recesiva y que desde el PSOE, no han querido ver. Tampoco han querido ver que el ritmo de la desaceleración en Europa en la primera parte del 2019 había provocado una contracción en la actividad del sector industrial, a la vez que en el sector servicios había comenzado una abrupta desaceleración. A esto debemos sumarle la deuda pública, que se incrementó en 2019 en alrededor de 10.000 millones de euros, superando el 100% del PIB.
En definitiva, la coyntura que hoy subsume a España no es nueva. Ni provocada por una pandemia. Es la sumatoria de ineptitudes e impericias que hoy se ven desnudadas por un virus, que a lo sumo, las ha profundizado.
Desde 2008, la profunda crisis ha ido dejando cicatrices que fueron menoscabando el «bienestar», y acrecentaron los «niveles elevados de desempleo, pobreza y desigualdad«. El 30,6% de la población española está en riesgo de exclusión social y tiene gravísimos problemas para cubrir sus necesidades básicas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Más de tres millones de personas no tiene para comer carne o pescado al menos cada dos días.
Un estudio realizado en la comunidad de Madrid revela que el 38% de los hogares madrileños ha visto reducidos sus ingresos por la crisis, y en un 9% de los hogares la disminución ha sido superior al 50%«.
Empobrecimiento en España
La Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL) ha confirmado que no dan abasto con el aumento de la demanda de alimentos siendo hasta de un 30% más en todo el territorio nacional. Además, las llamadas pidiendo información sobre las ayudas se han multiplicado por cinco desde el inicio del estado de alarma. Hay que tener en cuenta que en 2019 atendieron a 1.050.684 de beneficiarios directos y repartieron 21 millones de kilos en todo el país. Que la demanda se vea multiplicada provoca que muchas ciudades entren en fase de colapso.
«Estamos desbordados. Es imposible asistir a la gran demanda. No es algo que esté sucediendo solo en Madrid. Es un problema generalizado en toda España. Obviamente, por razones de densidad de población, Madrid y Barcelona son las más afectadas. Es donde hay sectores más marginales. Hay mucha gente que vive de la economía sumergida en las grandes capitales. Personas que trabajaban en mercadillos, como personal de limpieza del hogar o asistentes de niños o ancianos han dejado de ingresar».
Las largas colas impactan por su longitud. Desde jóvenes hasta padres con sus hijos, y ancianos esperan horas para recibir una bolsa con latas de atún, lentejas, arroz, pasta, leche en polvo o un paquete de café. Los trabajadores y voluntarios de FESBAL redoblan los turnos y distribuyen alimentos sin descanso por toda España.
«Contamos con un almacén logístico que reparten a 54 Bancos de Alimentos asociados. Estos Bancos reparten a su vez a 7.216 ONG locales que son civiles o religiosas como Cáritas, asociaciones de vecinos, residencias de ancianos y comedores sociales. Realizamos labores de coordinación entre entidades financieras, empresas privadas instituciones públicas para el reparto efectivo y urgente. Hay muchas ONG que no se dedican al reparto de alimentos y lo están haciendo ahora. El problema es que no podemos responder a todas las peticiones que estamos recibiendo. Tenemos que realizar un control de las organizaciones que nos llega».
El hambre, una realidad estructural preexistente y que el Gobierno tapa con el coronavirus. Los focos de pobreza se incrementan en todo el territorio español. Como denuncia Cordero en su nota, «todos evidencian la desigualdad e inequidad capitalista que se ha amplificado con el efecto de la pandemia». Pero «no lo sufren los bancos, ni los estados, ni las farmacéuticas, ni los grandes grupos económicos». Siempre tienen y tendrán cobertura, «siempre tienen soporte, porque claramente SON el poder». Son la PANDEMIA capitalista.
Fuentes: Kaos en la Red/Huffingtonpost/Blog Salmón/OXFAM/ONU/El País/BBC/Cambio16/
https://kaosenlared.net/el-hambre-una-realidad-estructural-que-el-gobierno-tapa-con-la-pandemia/