La 73ª Asamblea Mundial de la Salud anual, reunió a representantes de los 194 estados miembros de la OMS, se celebró el lunes 18 de mayo y finalizará hoy 19 de mayo, en un clima donde el número mundial de casos confirmados de coronavirus fue de aproximadamente 4,8 millones y 317,000 muertes, mientras que cientos de millones de personas trabajadoras en todo el mundo perdieron sus trabajos e ingresos.
En medio de predicciones nefastas de que la pandemia de COVID-19 continúa extendiéndose, amenazando con infligir muerte y sufrimiento masivos a los países pobres y oprimidos del sur global, Washington buscó convertir la conferencia anual de la Organización Mundial de la Salud del lunes en un escenario para su implacable campaña utilizando a China como chivo expiatorio.
En estas condiciones, la administración Trump entregó un beligerante vídeo pregrabado de su Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, que duplicó las acusaciones infundadas de Washington contra la OMS y China.
La denuncia de Azar se produjo en medio de informes de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, amenaza con hacer permanente la congelación de fondos a la OMS de 400 millones de dólares, que constituyen una quinta parte del presupuesto anual del organismo mundial de salud y con la salida de EEUU de la OMS en 30 días: «No puedo permitir que los impuestos de los americanos continúen financiando una organización que, en su estado presente, claramente no sirve a los intereses de Estados Unidos».
Como el jefe de la OMS, Tedros Adhanon Ghebreysus, dejó claro que el 30 de enero, la OMS declaró una emergencia sanitaria mundial, su mayor nivel de alerta, según la información suministrada por China. En ese momento, había menos de 100 casos confirmados y ni una sola muerte fuera de China.
El gobierno de los Estados Unidos decidió ignorar la alerta, preocupado sobre todo por minimizar los peligros del coronavirus para mantener el aumento de los precios de las acciones en Wall Street. Su respuesta, una vez que el impacto de la pandemia fue innegable, fue dirigir la abrumadora mayoría de los recursos a un rescate masivo multimillonario de los mercados financieros.
Mientras que en Estados Unidos y Europa, los primeros epicentros de la pandemia, las clases dominantes capitalistas intentan lanzar una «reapertura prematura de la economía» para reanudar la explotación desenfrenada de la clase trabajadora, sin importar el costo en términos de salud y vida: la pandemia continúa su propagación mundial.
En sus comentarios a la reunión mundial de salud, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que «el virus se ha extendido por todo el mundo y ahora se está moviendo hacia el Sur global, donde su impacto puede ser aún más devastador».