Lo mejor que puede pasarle a un agorero es toparse con un igual. Alguien con quien compartir males y desdichas con total libertad, hablar sobre dolencias propias y ajenas y, a su manera, ser felices. (*)
Lo peor que puede pasarle a un optimista es coincidir con un agorero y dejarse engullir por su visión de un mundo en el que todo y todos son malos malísimos. (*)
En estos días estamos asistiendo a un “espectáculo especial” que parece que se nos escapa: las redes y su influencia para manipular las cosas y los acontecimientos.
No se habla mucho de ello. Se habla de la pandemia y ahora que “han decidido” que “la famosa curva está descendiendo” nos empiezan a hablar de cómo va a ser nuestra vida a partir de esto.
¿De qué es lo que no se habla? De la cantidad de datos nuestros con los que estamos “alimentado a la bestia”. Si, con la cantidad de reenvíos de nuestros mensajes, con la cantidad de ellos que nos los muestran como ejemplos de solidaridad u otros motivos y le damos a tecla de enviar.
Quien está detrás de ellos o de la cantidad de “cadenas experimentales” que nos dicen eso de que si quieres no lo reenvíes pero si no lo haces que poco solidario eres!. Que negocio más grande están haciendo las grandes corporaciones tecnológicas. ¡Y no les cuesta un maldito euro!, se lo estamos dando gratis.
Por favor, parad un poco, pensar otro poco y ver si ese mensaje al que le vas a dar a Enviar, de forma inconsciente, merece la pena ser enviado. No porque creas que es una fake news (un bulo bien gordo) sino solo si merece la pena de verdad.
Hoy día asistimos al “espectáculo total”. Las televisiones compiten en basura. Contra mas intimidad enseñes mas cobras de caché. Contra “mas mierda” sueltas y si encima es alguien cercano tuyo, el caché se multiplica. Y los Ceos de las grandes corporaciones llenado la cartera a espuertas.
A veces he visto un rayo de esperanza de lo bueno que podían, para toda la humanidad, todos esos avances tecnológicos que se iban sucediendo pero… hoy en día, en las minas de medio mundo, se extraen sus recursos todavía con el pico, la pala y el sudor de la persona explotada para que nosotras podamos tener un teléfono o tablet de la “última generación”. Y no digamos nada de las guerras tan crueles de las que nadie habla ahora. Y del terrorismo de verdad, de los millones de personas que mueren al año, por hambre, en el mundo.
¡No seamos agoreros, no alimentéis la bestia!.
Julio V.
(*)De mercèmarrero 18.09.2019 https://www.laopinioncoruna.es/opinion/2019/09/19/alimentar-bestia/1436516.html