<<Hoy la Guardia Real se ha incorporado a la lucha contra el coronavirus:
lo que demuestra que su Majestad el Rey es el primer soldado de España>>:
(JEMAD Miguel Ángel Villarroya)
No hay que ser anarquista para percibir que, aquí y ahora, el Estado español es una entelequia. Desde que lo formulara Thomas Hobbes en su Leviatán, la institución Estado, concebida como autolimitación de la soberanía de los individuos en favor de un ente suprapersonal que garantizara la seguridad colectiva, el contrato social ha sido la legitimidad con que se han gestionado nuestras comunidades. Un reloj bien engrasado a la hora de proteger los intereses de los poderosos, el régimen de propiedad capitalista y mantener a raya con el ejercicio del monopolio de la violencia cualquier intento popular de derogación. La crisis actual, que es de doble hélice (la del coronavirus pandemia y la no menos letal de la co-ro-na-virus borbónica) están demostrando que el Rey Estado está desnudo.
Posiblemente cuando se publiquen estas líneas el cómputo de muertos por día en España haya superado ya a los de Italia, hasta ese momento el apestado de Europa. Y seremos nosotros quienes en el futuro ostentemos el luctuoso cetro. Se ha mentido, se ha desinformado, se han echado balones fuera, todo por la causa. Al Gobierno de coalición de izquierdas, <<rotundamente progresista>> (Sánchez dixit), no le podían ocurrir estas cosas. Resultaba inútil insinuar primero, avisar después y clamar luego que la cosa pintaba mal y que se estaba inoculando un exceso de triunfalismo entre la gente. Quien se atrevía a señalar en esa dirección, o estaba sembrando cizaña o hacia el juego a la derecha. Y sin embargo, se impuso el silencio de los corderos. Porque cuando el poder lo tiene <<uno de los nuestros>>, el espíritu crítico (tan activo desde la oposición) pasa a mejor vida.
Dejemos que sea un medio nada sospechoso de hostilidad gubernamental, el diario El País, quien haga eso que la moda llama el relato, o sea, el recuento de hechos probados. Va a continuación un corta y pega de algunos párrafos de la información aparecida el martes 24 de marzo, <<La epidemia se extiende por España>>, cuyo subtítulo aclara:<<La mortalidad causada por el patógeno crece más rápido y avanza por el territorio de forma más amplia que en Italia, el país más afectado con más de 6.000 muertes>>. Son estos:
-<<[…] España ha tardado tres días en duplicar las 1.000 muertes registradas el viernes. Un ritmo que ni China ni Italia (el país más golpeado por el virus, que necesitó un día más para duplicar los primeros 1.000 muertos) han alcanzado>>.
-<<Más del 80% de los 6.000 fallecidos que ya ha registrado Italia se siguen produciendo en las mismas tres regiones, un porcentaje que en España se ha desplomado hasta el 65%. La razón es que a diferencia de Italia –donde el resto del territorio sigue con tasas relativamente muy bajas- en España se ha producido una acelerada subida de casos en un grupo de autonomías. Estas son Cataluña, Castilla y León y Castilla –La Mancha, y, aunque en menor medida, este incremento también se da en la Comunidad Valenciana>>.
-<<[…] “Es un fenómeno que no ha ocurrido en Italia”, destaca Daniel López Acuña, profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública y exdirector de Acción Sanitaria en crisis de la OMS. López Acuña considera que esto podría deberse a que “en Italia se redujo más la movilidad en torno a los primeros focos detectados, mientras en España esta se mantuvo muy elevada, incluso en los días previos a la declaración del estado de alarma>>.
-<<[…] Pere Godoy (el diario no le identifica) también pone el foco en los momentos previos a la declaración de alarma: “Creo que fue un error permitir la gran dispersión geográfica de gente que se produjo en los días previos a la entrada en vigor del aislamiento, lo que pudo facilitar la dispersión del virus”, opina>>.
-<<Otra razón apuntada por López Acuña es “el goteo de casos importados de Italia que con seguridad hubo en España en los días previos a la detección de los contagios locales”>>.
Añadamos de la maldita Hemeroteca que las celebraciones del 8-M, patrimonializadas vorazmente por el Ejecutivo (Carmen Calvo: <<Perdona bonita, el feminismo no es de todas, nos lo hemos currado los socialistas>>) y que hasta el 11 de marzo no se prohibieron los vuelos desde Italia. Incluso la consejera de Sanidad de la Generalitat Valenciana, Ana Barceló, respondió con cajas destempladas a una pregunta de los periodistas sobre si creía que los casos detectados en aquella comunidad podían deberse al grupo de aficionados que se habían desplazado a Milán para asistir al partido de fútbol Valencia-Atalante.
Hoy los hechos son tozudos. Aparte de rebasar en número de fallecidos cada 24 horas a Italia y China, no obstante tener menos población que ambos países, el dato más revelador de la falta de previsión de las autoridades y su torpe reacción ante el alud que se venía encima, está en un dato bochornoso y de consecuencias terribles. España registraba a 23 de marzo un 13,6% de profesionales sanitarios contagiados, frente al 8% de Italia y el 4% de China. ¡Más del triple de los infectados en el epicentro inicial del coronavirus! Cuéntame cómo pasó.
Ya no se puede recular con verdades oficiales y comparecencias de las <<autoridades competentes>> (militares por supuesto, aquí también) para justificar el aquelarre nacional. Basta de esconder la cabeza debajo del ala ajena. Es cierto que los recortes en Sanidad practicados (por el PP y por el PSOE. Recordemos la ley 15/97) han dificultado la capacidad de respuesta. Pero no lo usemos de arma estéril arrojadiza. El coronavirus no es de derecha ni de izquierda. Además, ¿Por qué un país como Grecia, que ha sufrido recortes abismales en ese terreno, solo ha registrado 17 fallecidos? No será porque se han invocado a la Virgen de Guadalupe, como el desnortado López Obrador. ¿Y qué decir de nuestra vecina Portugal, también víctima de la austeridad, con 29 muertos? Todo lo que decían inconformistas y descreídos, y era reprobado con palabras gruesas por la izquierda institucional y sus creyentes, está resultando cierto y verdadero:
–Que se actuó tarde y mal (como han reconocido el CSI, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, y hasta el ministro Pedro Duque, a su astronáutica manera).
-Que no aplazar el 8-M supuso una auténtica bomba de racimo del coronavirus.
-Que hubo un retraso negligente a la hora de tomar medidas de contención en fronteras y aeropuertos con los viajeros procedentes de zonas de riesgo.
-Que no ha existido previsión de suministro de los materiales imprescindibles en los centros de salud (test exprés, batas, mascarillas, gafas, botas, etc.). Varios sindicatos de médicos acaban de denunciar al ministerio de Sanidad y a la consejería de la CAM ante el Tribunal Supremo por la falta de medios.
-Y, mira que tiene cojones la cosa, que los primeros en reaccionar con diligencia, aparte de la magnífica respuesta de apoyo mutuo de la ciudadanía, han entidades privadas, pequeñas y grandes, poniendo su logística empresarial, su talento y su pasta al servicio de la lucha contra la pandemia.
Por el contrario desde el Gobierno de Coalición de izquierdas lo que más abunda es una creciente militarización de la sociedad, escenificada todos los días en misa de doce en la comparecencia pública del director de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón (que hace lo que puede), procesionando con los mandos de la policía, la guardia civil, y el jefe del Estado Mayor, de las Fuerzas Armadas, un personaje que parece sacado de los chistes de Gila, con su bizarro saludo cotidiano <<Sin novedad en el frente>>. ¡Vaya tropa!