Empezaron las últimas semanas, pero se intensificará durante los próximos días, el bombardeo de mensajes incitándonos al consumo de productos muchas veces innecesarios, mires donde mires a tu alrededor y por cualquier medio. Desde viajes y ropa hasta juguetes, pasando por comida y todo tipo de productos. Las campañas publicitarias están diseñadas para que los diferentes mensajes que nos lleguen durante estos días nos aboquen a un consumo impulsivo. Unas compras que, en numerosas ocasiones, conllevan endeudamiento económico no soportable para las economías familiares, pudiendo incluso conducir a la solicitud de microcréditos.
Este consumismo, que es la esencia del capitalismo salvaje, nos induce a creer necesarios productos y servicios que hasta hace muy poco tiempo ni se nos pasaban por la cabeza. Productos y servicios que usamos durante un escaso tiempo y que luego dejamos de lado sin darles uso y sin ser conscientes del esfuerzo económico que suponen para la clase trabajadora.
Por si esto no fuera poco, la forma de vida que llevamos, especialmente los horarios laborales que dificultan la conciliación familiar, nos hacen que, por falta de tiempo o por dejadez, realicemos las compras en centros comerciales y cadenas de tiendas en manos de grandes multinacionales que, por un lado, están destrozando el comercio de barrio y, por otro, vulneran sistemáticamente los derechos de sus trabajadores y trabajadoras.
Por eso, desde CGT queremos hacer un llamamiento al consumo responsable, sostenible, ecológico, de barrio, de producto cercano tanto en estas fechas estivales como en las de rebajas. Un consumo que fomente la economía en el pequeño comercio local y un consumo que genere una economía circular que no caiga en manos de multinacionales, sino de aquellos pequeños productores que fomentan una economía más ecológica y sostenible.
Durante estas fechas disfrutemos del merecido descanso, de las reuniones con los nuestros, de las cenas y comidas con las amistades y familiares, pero no olvidemos que detrás de cada gesto, de cada gasto, de cada regalo, de cada comida… hay decenas de personas con diferentes situaciones laborales y sociales, y que un modelo de reducción del consumo puede ayudar a mejorar el futuro tanto del planeta como de aquellas personas que lo habitamos.