Inicio CGT-LKNComunicados La importancia de haberle doblado el brazo a Amancio Ortega ¡Tenemos que luchar como en Inditex!

La importancia de haberle doblado el brazo a Amancio Ortega ¡Tenemos que luchar como en Inditex!

por CGT-LKN EuskaL Herria

Artículo publicado en Rojo y Negro nº 377, abril 2023

El pasado 9 de febrero, Inditex anunciaba un importante aumento de salario entre su plantilla. Se trata de un acuerdo histórico para las y los trabajadores de Inditex que ven cómo, después de meses de movilización y jornadas de huelga, la empresa finalmente cedió y se consiguió arrebatarle una gran parte de sus reivindicaciones.

En este histórico triunfo, la CGT ha jugado un papel clave organizando la protesta en plazas estratégicas para la empresa como Sevilla, Logroño y, sobre todo, Madrid, junto con la actividad llevada a cabo por la CIG en A Coruña y ELA en Gipuzkoa y Araba. El desarrollo y resultado del conflicto no se puede entender sin la victoria previa de las dependientas gallegas durante el mes de diciembre que lograron un aumento de 382 euros en su salario después de varias jornadas consecutivas de huelga con un seguimiento de hasta un 90 por ciento.

¿Por qué es importante para el conjunto de la clase trabajadora la victoria de Inditex?

Ver morder el polvo a un gran capitalista odioso como Amancio Ortega, emblema de la “marca España”, siempre es moralizante para cualquier trabajador o trabajadora con conciencia de clase. Pero la importancia de que las trabajadoras de Inditex hayan conseguido doblarle el brazo a la empresa va mucho más allá de esto.

Esta victoria se da en un momento en el que nuestros salarios pierden poder adquisitivo a ritmos inéditos debido a una inflación galopante. Por eso, la lucha de las trabajadoras de Inditex se enmarca en la pelea que involucra al conjunto de nuestra clase: resolver quién paga las consecuencias de la abrupta subida de precios, los capitalistas que se forran a costa de nuestro trabajo o la clase trabajadora.

Esta situación socioeconómica ha dado lugar a importantes conflictos en el último período, entre los que destacan las huelgas del metal en Cádiz o en Cantabria, pero que, hasta ahora, a excepción quizá de la huelga de TMB en Barcelona que logró un importante triunfo en octubre pasado, no habían dado lugar a ningún resultado contundente que contribuyera a cambiar favorablemente la subjetividad del conjunto de la clase trabajadora y, con ello, la propia relación de fuerzas con la patronal. En estos conflictos se pudo ver el papel del Gobierno autodenominado “progresista”, y a pesar de los discursos públicos y el exceso de retórica, en los hechos es parte de una triple alianza con la patronal y la burocracia de los grandes sindicatos, cuyo objetivo es que no se rompa el techo salarial y que la clase trabajadora acepte mansamente la situación que estamos viviendo. Por eso cuando se dieron luchas tan intensas como las del metal en Cádiz, el PSOE y Unidas Podemos terminaron lanzando una brutal represión contra los huelguistas, incluso con tanquetas en los barrios populares, al mismo tiempo que los dirigentes de CC.OO. y UGT pactaban una subida muy por debajo de lo exigido a espaldas de los trabajadores, pero lo suficiente para dividir y debilitar el conflicto y, por esa vía, apaciguarlo.

Triunfos como los de Inditex son de una importancia fundamental ya que favorecen a la autopercepción de la propia fuerza de la clase trabajadora, un factor que empuja hacia una mejor relación de fuerzas de nuestra clase. Inditex se caracteriza por ser una patronal perspicaz que actúa con un pensamiento estratégico y, en este conflicto, sabía que lo que estaba en juego no era solo unas mejora de las condiciones laborales dentro de su empresa, sino también el control de su propia plantilla en el futuro y, sobre todo, un peligroso precedente en la actual coyuntura de la lucha de clases.

Solo esto puede explicar que una empresa con una enorme capacidad de “resistencia” debido a sus beneficios multimillonarios, haya cedido relativamente rápido a los reclamos de las trabajadoras en lucha, otorgando aumentos salariales que se sitúan en una horquilla del 15 al 25%, es decir, muy por encima de los índices de inflación. Si se alargaba más el conflicto se corría el peligro de que se fuera asentando la solidaridad y la conciencia de clase entre la plantilla y se tuviera más eco mediático y, por tanto, sirviera de ejemplo entre otros sectores.

En esta labor, las grandes empresas saben que las direcciones de CC.OO. y UGT juegan un factor clave a la hora de contener los reclamos de la clase trabajadora. Inditex no iba a ser diferente, y todo su accionar tenía como objetivo tratar de anular a la CGT y otros sindicatos como una “fuerza beligerante” en la lucha, reforzando el papel de CC.OO. y UGT como intermediarios de la plantilla. Es por esto que el anuncio del acuerdo entre CC.OO. y UGT y la empresa se dio a menos de 48 horas para el inicio de la jornada de huelga del 11 de febrero convocada por CGT y que a todas luces iba tener un importante seguimiento: la empresa trataba de reforzar a sus peones sindicales a la vez que maniobraba para que la huelga no se produjese. No se trata de un movimiento menor, ya que Inditex utilizó sus enormes recursos para que, después de tantas semanas en las que el ojo mediático estaba en el descontento que provocaban las condiciones de enorme precariedad de sus dependientas, girase rápidamente hacia un relato más favorecedor para la patronal y la propia burocracia, que pocos días antes estaba dispuesta a pactar un aumento irrisorio.

¡Llevar el ejemplo de Inditex a todas partes!

El factor fundamental para la consecución de la victoria de las y los trabajadores de Inditex fue la movilización y la lucha en la calle de su plantilla. Pero el campo de batalla no solo está en los centros de trabajo, sino también en la disputa del propio relato de lo acontecido. Esta pelea no es de menor importancia. El relato de la patronal y las burocracias, especialmente cuando se logran triunfos, es una herramienta muy poderosa porque siempre buscan que las victorias que conquiste la clase obrera y el sindicalismo combativo se vean totalmente diluidas y no operen como un factor moral, que es lo que permite que pueda ser utilizado de ejemplo para extender la lucha a otras empresas y sectores.

Por otro lado, si se logra romper el cerco mediático de los grandes medios de comunicación, incluso conflictos que no terminan de conseguir todos sus objetivos pueden servir de poderoso ejemplo al resto de la clase trabajadora. Este fue el caso de la lucha de Coca-Cola, que en el año 2014, ante la decisión de cerrar una de sus fábricas en Fuenlabrada, la plantilla rápidamente organizó una tenaz batalla contra la empresa. Finalmente, en 2018 se confirmó el cierre, aunque en muchas mejores condiciones que cuatro años antes. Sin embargo, la lucha de las llamadas “espartanas y espartanos” de Coca Cola, así como su coordinación con los valientes trabajadores y trabajadoras de Panrico Santa Perpetua —que también lucharon contra el cierre de la planta, inmortalizado en el ya famoso cantico “Panrico y Coca-Cola, la lucha es una sola”—, sirvió de inspiración a muchas y muchos trabajadores y mostró que el camino es la autoorganización y la coordinación con otros sectores. Años después, todos los luchadores obreros que participaron de la vida política en esos años siguen recordando aquel conflicto.

En este caso, las pocas, pero significativas, victorias que se vienen consiguiendo en el último período, como TMB en Barcelona o ahora Inditex, tienen que servir para tomar cada uno de estos conflictos como una gran batalla de toda la clase obrera y el sindicalismo combativo, no solo para los compañeros que están dentro de la empresa.

Con toda probabilidad, en estos momentos, la actual situación de la lucha de clases seguirá dando nuevas oportunidades a la CGT y al sindicalismo combativo para ubicarse como una alternativa real al sindicalismo del pacto que representan  CC.OO. y UGT. Sobre todo, porque la patronal va a seguir envalentonada y enrocada en su posición de no ceder ni un centímetro ya que es consciente de que el Gobierno central siempre termina avalando su postura, complementándola con medidas irrisorias —como la última subida de SMI— que no frenan el empobrecimiento de la clase trabajadora, pero sí ayudan a relajar la tensión en los centros de trabajo.

Por eso, para que estos conflictos supongan una poderosa palanca para avanzar, es fundamental que seamos capaces de hacer de cada lucha, por más pequeña que sea, una gran batalla de clase, volcando todos los recursos disponibles para golpear de forma concentrada y contrarrestar tanto las maniobras de la patronal como las de los aparatos de los grandes sindicatos, y aportar a que estas luchas triunfen.

Esto significa a su vez tener iniciativa para desenmascarar a las direcciones de CC.OO. y UGT, dialogando con las bases de los grandes sindicatos, que siguen lastimosamente siendo mucho mayores que las del sindicalismo combativo. Tenemos que, no solo que denunciar la política conciliadora y pasivizadora de CC.OO. y UGT, sino también exigirles de cara a todas y todos los trabajadores que se pongan a la cabeza de los conflictos y de las movilizaciones por los grandes problemas de nuestra clase. Evidentemente en los sitios donde no hay fuerza material, estos llamados son fácilmente ignorados por la casta que dirige estos sindicatos, pero en lugares donde la CGT y otros sindicatos que se reivindican combativos tienen peso o incluso dirigen luchas, tenemos que ser capaces de desarrollar organismos democráticos de discusión y decisión que incluyan al conjunto de las plantillas, sean del sindicato que sean, y exigir a las burocracias que se pongan al frente de la lucha o que quede demostrado frente a todos los trabajadores que son un freno para la organización y la lucha por nuestros derechos.

Tenemos que ser capaces de enfrentar el corporativismo que ha sembrado durante décadas la burocracia sindical y, por tanto, también es clave que los conflictos no queden encerrados en la propia empresa o sector y que se extiendan hacia afuera, buscando la solidaridad y la unidad con otros sectores. Para ello, es necesario tener iniciativas que tiendan a unificar a distintas empresas y sectores en lucha, sumando todas las reivindicaciones mediante la coordinación para fortalecer cada uno de los conflictos y luchas de ese momento.

Al mismo tiempo, es fundamental romper el cerco mediático que imponen los grandes medios de comunicación a la lucha de las y los trabajadores. Eso solo se puede conseguir mediante una fuerte voluntad militante que lleve los conflictos a cada centro de trabajo y difunda por todos los canales disponibles la solidaridad hacia las y los trabajadores en lucha.

La victoria de las y los compañeros de Inditex con toda probabilidad habrá llamado la atención de muchos trabajadores que están en esa misma situación, especialmente en el sector del textil o el del comercio como sucede en el inminente conflicto de los grandes almacenes. Es clave aprovechar toda esa simpatía para hacer conocer tanto que el triunfo fue debido a la lucha como que ese ejemplo puede ser trasladado a sus centros de trabajo y que sepan que para doblarle el brazo a su patronal se debe luchar como en Inditex. La lucha por el convenio en los grandes almacenes es un buen primer escenario para poner en práctica toda esta lógica.

Esteban Rivera, afiliado a OOVV Madrid


Fuente: Rojo y Negro

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