Inicio Opinion Eternidad de la pandemia, miseria de la gestión (Por Amador Fernández-Savater)

Eternidad de la pandemia, miseria de la gestión (Por Amador Fernández-Savater)

por Colaboraciones

Nuestra salvación es la muerte, pero no ésta
(Kafka)

Este virus parece requerirnos, como salida de la situación de pandemia, una transformación sustancial de nuestra organización social y nuestras formas de vida: revertir y cambiar la relación de saqueo con la naturaleza, la privatización en curso de todo lo público, el individualismo consumista como modo de vida, la ecuación trabajo = ingresos, la dependencia absoluta de los medios de comunicación y sus inyecciones de pánico.

Pero vivimos en sociedades “de gestión”. ¿Qué significa gestionar? La modulación de algo, dentro del marco de lo posible autorizado, nunca su elaboración transformadora. Gestión de los afectos, gestión de las catástrofes, gestión de residuos: pura y simple gestión de daños.

La política de la pandemia pretende encontrar soluciones sin tocar lo más mínimo la organización de la vida social, usando el virus no para revisar o redefinir nada, sino para intensificar las lógicas dominantes: explotación y precarización, control e infantilización de los sujetos, virtualización y abstracción generalizada de las relaciones, transferencia constante de dinero público hacia lo privado, “sálvese quien pueda” y “mercado para todos”

La vacuna se presentaba como la solución milagrosa que iba a permitirnos dejar atrás la pesadilla sin tocar nada, pero el mal sueño continua. Para evitar los riesgos mayores tendría que estar vacunada la mayor parte del planeta, por ejemplo, pero las políticas de propiedad intelectual y patentes lo impiden. El neoliberalismo es incapaz de pensar lo colectivo; ya lo dijo Margaret Thatcher: “La sociedad no existe, sólo hay individuos”. Este virus, que nos recuerda constantemente que somos seres interdependientes a escala local y global, es la peor maldición para el “cada cual tiene su vida” dominante. Parece hecho a propósito, como el chiste perverso de un dios guasón. 

El mayor desafío que nos plantea la pandemia podría ser este: no tiene fin en el marco actual de vida. El virus siempre encontrará una manera de mutar y seguir entre nosotros. Viviremos en lo sucesivo en un estado de emergencia infinito, intermitente y de geometría variable: neoliberal extremo a la derecha, más moderado a la izquierda. Pero siempre un proceso eterno de vacunación, restricciones, empobrecimiento y control. La gestión de nunca acabar.

Los de arriba, desde luego, no quieren tocar nada. Están haciendo su agosto con el consumo online, los test y las nuevas vacunas para cada ola, el teletrabajo precarizado, la obediencia y la resignación acentuadas. Los del medio parecen conformarse con desplazarse fuera de las ciudades y aprender a vivir a distancia con todo, en la desgana del encuentro y la resignación a no habitar ya un mundo común. ¿Y los de abajo? ¿Se empezarán a abrir espacios donde compartir preguntas radicales (de raíz) sobre lo que pasa, preguntas “ingestionables”?

Ya veremos, no hay prisa. El virus tiene todo el tiempo –y las variantes– del mundo. Es un enemigo irreductible, a menos que dejemos de verlo como enemigo…

https://ctxt.es/es/20211201/Firmas/38254/pandemia-gestion-variantes-capitalismo.htm

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