Miles de delegadas y delegados sindicales se han manifestado por la mañana de este 1 de Diciembre, en las cuatro capitales de Hego Euskal Herria. Movilizaciones convocada por los sindicatos ELA, LAB, ESK, STEILAS, ETXALDE, HIRU, CGT y CNT , contrarios a las reformas laborales y de pensiones que se están debatiendo estos días. El sindicalismo combativo no está dispuestas a aceptar nuevos recortes, que empobrecen y precarizan aún más a la clase trabajadora.
A pesar de las encuestas donde el desempleo se muestra como el principal problema social y las declaraciones de intenciones de los llamados agentes económicos, los políticos muestran su rumbo errático en la prevención del colapso. El poder, económico y político, continúa centrado en la reactivación económica, que sumida en una espiral destructiva no es capaz de recuperar el empleo que destruye, y el que genera, lo hace en clave precaria.
La reactivación económica no es posible ni deseable si supone aumentar la brecha social y continuar en la deriva de agotamiento de recursos y de incremento de los problemas climáticos y medioambientales. No es posible ni deseable continuar por la senda del ansiado crecimiento de una economía sustentada en la mera especulación, cuyo mayor hito es el aumento de la productividad.
Es el momento de que la política tenga el sentido social del que hipotéticamente se nutre, incorporando decididamente la redistribución de la riqueza como pilar básico de una economía sustentada en la sostenibilidad, más conectada con la vida. Es la única alternativa para sanar un sistema enfermizo en el que cada fase de “crisis” sangra siempre por el mismo lado: repercute directamente en más desempleo e inestabilidad laboral, contribuyendo decisivamente a un aumento estructural de la precariedad con un crecimiento exponencial de la desigualdad social e incluso de un deterioro en términos de salud.
Pero la redistribución de la riqueza no es exclusiva de la sociedad acaudalada, es una cuestión que afecta al conjunto de una sociedad acomodada e insolidaria, abducida por una competitividad esclavista, que asume largas jornadas de producción y horas extra.
Al reclamar soberanía para una vida digna debemos tomar conciencia que la misma no se puede dar si esta no se enfoca desde la perspectiva de clase: reivindicar y pasar a la acción en pro de medidas efectivas que contribuyan a una mayor tasa de empleo, como base para la mejora de las condiciones asistenciales en el ámbito de los cuidados o la calidad de la atención sanitaria. El reparto del trabajo, mediante la reducción de la jornada, resulta clave en la consecución de una mejor calidad de vida.
Euskal Herria tiene capacidad suficiente para establecer medidas sociales que contribuyan y refuercen la autonomía personal de su ciudadanía; alejadas de un proteccionismo mal entendido, que solo contribuye a la esclavitud y dependencia. Que sea modelo para otras comunidades autónomas e incluso para el propio estado. El objetivo principal debe ser erradicar la precariedad, la reducción drástica de la temporalidad y el desempleo, con el que estadísticamente la clase política se encuentra cómoda, pero que afecta al desarrollo personal de cada vez más personas, frente a lo que hay que actuar con medidas directas.