Tras 12 de horas de reunión, en la noche del miércoles se llegaba a un preacuerdo por el que se da una prórroga de tres años al convenio y se aprueba una subida salarial del 2%, tanto la estabilidad laboral y como la pérdida de poder adquisitivo ante una inflación cercana al 6% serán revisadas en 2024.
Los salarios se revalorizaría un 2% anual y se fijaría un mecanismo de recuperación de aquí a 2024 por el que recuperarían el 80% de lo que pierden en poder adquisitivo en 2024. Dejan abierto pagarles el 20% restante tras ese periodo.
La decisión ha sido tomada entre los representantes de la burocracia sindical de CC.OO y UGT sin tener en cuenta a las bases del conflicto, que no han podido votar en asamblea si estaban de acuerdo con lo propuesto. La noticia llegó a las plantillas antes por la prensa que por los propios delegados sindicales.
Los dirigentes de las federaciones del metal de ambas centrales someterán en la mañana del jueves este preacuerdo a la votación solamente de los delegados de las empresas y con todas las plantillas dentro de las fábricas y trabajando.
Las medidas acordadas podrían ser recibidas con hostilidad por un gran número de trabajadores que son conscientes de que dicho acuerdo no les beneficia en absoluto, teniendo en cuenta que el sector tiene un 75% de temporalidad.
Con una aplastante mayoría encerrada en una prisión de contratos de obras y servicios y una incapacidad de hacer valer el convenio debido a la fuerte represión antisindical, en especial en las industrias auxiliares, de poco sirve lo pactado en el preacuerdo. La precariedad absoluta en el sector seguirá reinando con total impunidad.
Por otro lado, fuentes de CGT defienden que se mantenga la huelga y los piquetes activos, cuestionando a CC.OO y a UGT por pactar a espaldas de los trabajadores y reclaman la convocatoria de una asamblea para decidir los términos del acuerdo.
A primera hora de este jueves grupos de trabajadores se concentraban en las puertas de los centros de trabajo, pero finalmente se ha ido produciendo una vuelta al trabajo.
La política de las direcciones de CCOO y UGT ha sido conscientemente contraria a que se desarrollaran asambleas, se eligieran delegados o se establecieran coordinadoras democráticas de las diferentes empresas y polígonos. La autoorganización es una amenaza a la política de negociación a las espaldas de los huelguistas con las que acostumbran a operar.
Las fuerzas de la izquierda sindical que han intervenido en el conflicto tampoco han hecho de esta cuestión una pelea clave.
La combatividad mostrada en estas nueve jornadas de huelga, así como el malestar de sectores de trabajadores que consideran que han perdido más con los descuentos salariales de los paros que las subidas pactadas, no han tenido por tanto un cauce por el que expresarse y poder dar una respuesta organizada a un preacuerdo que los manda a trabajar con gran parte de sus demandas sin alcanzar.
