Horas antes de la masiva manifestación que recorrió Cádiz protestando contra el cierre de la planta de Airbus en Puerto Real, la multinacional anunciaba la clausura definitiva y un ERTE de larga duración en Airbus Commercial Aircraft en España. Aunque la resignación continúa sin ser una opción para los y las trabajadoras afectadas, la guadaña laboral de la compañía aeronáutica parece haber bajado, que continúa con sus planes de mandar a la calle a casi 18.000 personas en todo el grupo.
Este artículo bien podría aplicarse a lo que sucede también en banca, donde únicamente en España y en tan sólo seis meses fulmina a 15.000 puestos de trabajo, pero me centraré en Airbus por la agonía que llevan sufriendo todas las familias afectadas desde hace tanto tiempo. Una agonía que aún se hace más dolorosa ante la falta de pedagogía de un drama que asola a toda una región.
El cierre de la planta de Puerto Real, para concentrar toda la actividad en la del Puerto de Santa María, afectará a alrededor de 2.000 personas, entre los puestos directos y los de empresas auxiliares. Una onda expansiva que alcanzará a muchas familias en una región especialmente castigada por el desempleo y que lleva años luchando contra este desenlace fatal. No terminan de entenderlo, sencillamente, porque nadie les explica.
Quizás habría que hacer más pedagogía y aclarar por qué no se emprenden otras acciones correctivas para mejorar los resultados de Airbus ahora que la economía comienza a reactivarse, que la incertidumbre, poco a poco, se va despejando. Prueba de ello, son los beneficios de 362 millones de euros del primer trimestre del año, frente a las pérdidas de 481 millones del mismo periodo de 2020.
Quizás habría que explicar cómo es posible que se produzcan despidos y, aunque en 2019 la situación económica no era del agrado de la compañía, su presidente ejecutivo se jubilara y se embolsara una pensión de 26,3 millones de euros, más un paquete de acciones valoradas en 7,3 millones y una prima adicional de otros 3,2 millones de euros… o que el actual consejero delegado, Guillaume Faury, encabeza una lista de sueldos millonarios de directivos en la compañía con sus 3,7 millones de euros ganados en 2020.
Quizás habría que explicar por qué se pone de patitas en la calle a tantos cientos de personas a pesar de los cientos de millones de euros inyectados en la compañía por parte del Estado, que posee el 4,16% a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Quizás sería bueno aclarar por qué, en un momento de apuesta decidida por redefinir nuestro tejido productivo, el gobierno de España no se ha planteado seriamente una nacionalización para acometer una reconversión hacia una economía más sostenible aprovechando los recursos tan cualificados con que cuenta.
No estaría de más conseguir que los y las trabajadoras entendieran por qué los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, los únicos con los que siempre cuenta el gobierno de turno, han bajado los brazos en sus negociaciones con Airbus, cómo bajo el lenguaje pomposo de ‘Polo de Excelencia Industrial’ parecen contentarse, abrazar un acuerdo de mínimos que se traduce en una tragedia máxima para miles de familias.
Quizás habría que explicar por qué este réquiem por la planta de Airbus en Puerto Real, detrás del cual hay miles y miles de personas afectadas, no ocupa más espacio informativo, no se impone a las ayusadas con Cantó o las presuntas estafas de un ventrílocuo con dosis de amarillismo por los cuatro costados.
Quizás habría que hacer más pedagogía para entender cómo llegamos a estas situaciones, explicar más y mejor a qué se debe esta angustiosa indefensión de la clase trabajadora, este abandono de quienes deberían protegerla enmascarándose en parches y buenas palabras, en silencios y cierta sumisión. Quizás no hay tal pedagogía de este drama, sencillamente, porque no tiene explicación.
https://blogs.publico.es/david-bollero/2021/07/02/pedagogia-del-drama-de-airbus/