Frente a un presente cada vez más sombrío: el abismo de la guerra global, la pobreza, el desastre ecológico generalizado, las tecnociencias, maniobras político-económicas cada vez más represivas en el trabajo, en las fronteras, contra la juventud- el Estado necesita actuar, tratando de erradicar al «enemigo interno»: los explotados que no bajan la cabeza, los que no se resignan a este estado de cosas, los que siguen cultivando con pensamiento y acción la transformación revolucionaria de presente.