Necesitamos ir por un camino diferente, el de redistribuir la riqueza. Una alternativa estructural que no supone aumentar la deuda pública hipotecando el país y el futuro de las nuevas generaciones. Redistribuir la riqueza significa disponer de una parte de las enormes ganancias de bancos, monopolios y capital extranjero, que son fruto del esfuerzo colectivo de toda la sociedad, para poder destinarlo en interés de la mayoría y de la comunidad, creado nuevas fuentes riqueza y empleo productivo.
