La privatización mataLa sanidad privada parásita la pública y como ocurre con los parásitos, cuanto más se desarrolla una, más se debilita la otra.

A fines de la década de los 90, PP, PSOE, PNV, CiU y CC – al votar en el Congreso la Ley 15/97 de nuevas formas de gestión – abrieron la puerta a la entrada masiva del capital privado en la gestión de hospitales y todo tipo de centro sanitario. El aplauso público de CC.OO. a esa Ley es buena muestra de la actitud complaciente de los sindicatos mayoritarios ante la privatización.

Gobiernos autonómicos integrados por todo tipo de partidos – PP, PSOE, IU, CiU y ERC – han entregado la gestión de hospitales al negocio empresarial. Para que el negocio privado fluya es clave el personal médico que es quien prescribe medios diagnósticos y tratamientos y quien en definitiva determina la mayor parte del gasto.

Las empresas privadas que gestionan la sanidad, la pública y la privada, se aseguran la ”colaboración” del médico en el negocio haciendo depender la mitad de su salario de que den altas hospitalarias precoces, no remitan al especialista, no indiquen medios diagnósticos caros o no acepten el ingreso de pacientes “no rentables” (personas mayores y enfermxs crónicxs).

La exclusión de la asistencia sanitaria de inmigrantes “sin papeles”, de los trabajadores/as en precario que estén más de 90 días en el extranjero; el repago de medicamentos para pensionistas,…etc, se añaden a un deterioro gravísimo y planificado desde las élites políticas y económicas de una sanidad pública cada vez con menos recursos y que además recibe a todxs los pacientes que no son negocio para la privada.

El resultado de estas políticas sanitarias criminales es la muerte prematura de miles de personas pobres. Puede decirse, sin exageración alguna, que estas políticas, unidas a los desahucios, a la exclusión de la universidad de los hijos e hijas de la clase obrera, a las restricciones progresivas en prestaciones y subsidios mientras el paro aumenta, las pensiones de miseria, etc. sirven a lo que le interesa al capitalismo en crisis: deshacerse de quienes no necesitan para la producción, le entorpecen el negocio y pueden colaborar a una rebelión social.

La coartada de este crimen del capitalismo contra el pueblo es que el gasto público es insostenible a causa de la crisis. Cada vez más gente es consciente de que la evasión de capitales a paraísos fiscales y el fraude a hacienda, junto a las sucesivas contrarreformas fiscales de PSOE y PP para que los ricos paguen cada vez menos, son los responsables de la bajada espectacular de los ingresos tributarios. Quienes pagamos, casi en exclusiva, somos aquellxs a quienes nos lo detraen del salario.

A estas alturas de la película mucha gente sabe que la Deuda pública, que alcanza el billón de euros y que en 2007 era mucho menos de la mitad, se ha generado por arte de la magia de los gobiernos del PSOE y del PP. Mediante la transferencia masiva de dinero público a empresas privadas – sobre todo a la banca – han convertido su deuda privada en Deuda pública.

El pago de la Deuda Pública – casi la mitad del gasto público total de cada año – es el brutal chantaje mediante el que se imponen contrarreformas laborales, salarios y pensiones de miseria, la privatización de todo lo rentable y el desmantelamiento de los servicios públicos.
No Pagar la Deuda (que es ilegítima) y romper con todo el engranaje del Euro y de la UE es condición indispensable para que el pueblo ejerza su poder y ponga lo que es suyo al servicio de la mayoría social.

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