Los pastosos, o sea los que tienen toda la pasta, tienen una forma de usar la lengua que vuelve loco a cualquiera. Tienen que ser animales multisexuales, porque son capaces de joder al currela con cualquier parte de su cuerpo. Incluso sin tocarte.
Don dinero es capaz de lograr que al currela y al capataz les acepten en la real academia de “la lengua”. Cada uno la utiliza de una manera distinta con el superior y con el inferior. Los superiores cuando dicen: te voy a ofrecer algo que te va a gustar, quieren decir: arrodillaté y chupa. Cuando dicen: tengo algo que decirte, quieren decir: preparaté que te vas a enterar. Cuando dicen: eres un romántico, quieren decir: con tus reivindicaciones me limpio el culo. Cuando dicen: confía en mi, quieren decir: lo tienes más jodido que la tacones. Cuando dicen: si te portas bien serás recompensado, quieren decir: no pidas tanto, no seas tan pesado. Cuando dicen: tranquilo y verás que bien te va, quieren decir: tranquilo que me va de puta madre. Cuando dicen: si cometes una falta la pagas, quieren decir: y si la cometo yo, la pagas tú también.
Los inferiores cuando dicen: buenos días, quieren decir: vaya mierda. Cuando dicen: no pagan mal, quieren decir: vivo de la caridad. Cuando dicen: los compañeros nos llevamos bien, quieren decir: el que pisa primero, pisa dos veces. Cuando dicen: hasta mañana, quieren decir: hasta nunca. Pero los de la pasta están tranquilos, porque el currela jamás se atreverá a decir lo que piensa, ni a pensar lo que dice.
Por eso se dice en los círculos empresariales que los currelas se parecen a los delfines, porque se cree que son inteligentes, pero nadie lo ha demostrado aún.

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