Ahora que el capitalismo ha entrado en una profunda crisis, recrudece la explotación, precariedad y ataques a los derechos de la clase trabajadora en un intento de hacernos pagar sus consecuencias. Si siempre nos hemos llevado la peor parte como venimos denunciando, ¡esta vez no va a ser diferente!

La situación de paro creciente ha empezado por ciertos sectores, pero se hace extensivo cada vez más al conjunto de la sociedad. Las mujeres partíamos de una situación de mayor vulnerabilidad que obviamente se agravará doblemente. El paro además de agravar la situación económica de la mujer trabajadora y su entorno familiar y social, la relega en exclusividad a las tareas domésticas como hace siglos.

Sufrimos una gran precariedad laboral, junto a la división sexual del trabajo, más visibles aún en sectores con poca movilidad como el servicio doméstico (regulado por un obsoleto RD de 1985 carente de los mínimos derechos, sin derecho a ninguna prestación por desempleo), limpiezas, telemarketing, teletrabajo, hostelería, servicios, etc., sectores con un alto porcentaje de contrataciones temporales y con un altísimo índice de contratación a tiempo parcial. En definitiva trabajos mal remunerados y con poca cobertura social.

Durante estos años de “supuesta bonanza económica” las mujeres hemos venido denunciando nuestra alta precariedad, denunciando que el sistema, las instituciones, el estado y el mercado no tienen como objetivo las necesidades de las personas. Su único objetivo ha sido máximo beneficio para los intereses capitalistas, el enriquecimiento de los gobiernos, el desmantelamiento de los servicios públicos, la flexibilidad laboral, el control de las fronteras, el desprecio por el medio ambiente, y un largo etc.

Nuestras muchas precariedades han sido disfrazadas de cifras, de estadísticas, supuestamente salvadas por un feminismo institucional a base de leyes (de igualdad, de dependencia, de violencia doméstica…) pero las mujeres, nosotras, mujeres jóvenes, menos jóvenes, mujeres solas o acompañadas, con hijas o sin hijas, migrantes, autóctonas, con diferentes identidades, hemos venido sufriendo la violencia del sistema. Violencia también que nos viene de los sectores más reaccionarios y podridos azuzados por la Iglesia, con su campaña integrista contra el aborto y la libertad sexual; violencia que viene de los medios de comunicación y sus ideales absurdos de belleza…

Mientras tanto, nuestros gobiernos formando parte activa del discurso y participando activamente de su lógica, vendiéndonos una supuesta conciliación de la vida laboral y familiar, eso sí, dentro del paradigma de la flexibilización y competitividad, sin cuestionar las condiciones del mercado laboral. La conciliación de la vida laboral y familiar que nos vendían para nosotras era mentira, ya que continuamos siendo las mujeres las que realizamos los trabajos necesarios para el mantenimiento de la vida, es decir, las tareas cotidianas de cuidados que no son remuneradas, sino que nos vienen impuestas como resultado de la asignación de roles en la sociedad. Este trabajo invisible y gratuito representa el 80% del total del trabajo no remunerado y los dos tercios de todo el trabajo que se realiza en la sociedad. En definitiva actuando como colchón del sistema económico.

No podemos permitir retrocesos en la conquista de nuestros derechos, como mujeres, como clase obrera, como personas que pretendemos, que queremos y luchamos por una transformación social donde el sostenimiento de la vida sea el centro. Frente a la violencia estructural del patriarcado y a sus injusticias, se impone la lógica de la lucha, de las rebeldías y del apoyo mutuo.

Ahora el capitalismo nos muestra su verdadera cara, ¡si nosotras queremos vivir, hay que acabar con el capitalismo!

Los mecanismos del capitalismo también incluyen las guerras, y entre ellas tenemos una tan próxima como la destrucción y masacre contra la Franja de Gaza. Las mujeres sabemos que las guerras aumentan el dolor y las penalidades para las mujeres trabajadoras que llevamos el cargo familiar. Queremos hacer llegar a estas mujeres y a todo el pueblo palestino nuestra solidaridad y nuestro acompañamiento por el dolor, por la destrucción y por la masacre de la Franja de Gaza por parte del gobierno de Israel. Nos golpea la muerte de mujeres, niñas y niños, hombres, hogares destruidos, falta de lo mas elemental para la subsistencia, para la sanidad, la educación, sin trabajo ni posibilidad de recursos… ¡Clamamos por la Libertad del pueblo palestino, porque los genocidas sionistas paguen por sus crímenes y para que la reconstrucción de los pueblos palestinos esté en manos del pueblo palestino! En este 8 de marzo de 2009 las mujeres trabajadoras de la CGT declaran su solidaridad con el pueblo palestino.

¡¡¡Mujer, descúbrete, organízate y lucha!!!

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