El nombramiento de los miembros del Consejo General del Poder Judicial que corresponden al Parlamento por mayorías cualificadas (tres quintos) es un problema pues conlleva que un determinado partido pueda bloquear su renovación, como en la actualidad ocurre, lo que es indicativo de que esos partidos no defienden nada más que sus intereses y en absoluto la calidad democrática, en este caso la calidad e independencia del Poder Judicial.
En la actualidad esta capacidad de bloqueo es un problema, pero es un problema coyuntural, que tendrían que resolver prestando más atención a criterios de competencia que a sus intereses. Resolverlo suprimiendo el requisito de mayoría cualificada, reduciéndola a mayoría absoluta podrá resolver la actual coyuntura, pero creando un problema mucho mayor y de más largo alcance. ¿Qué pasará cuando PSOE, o PP, o …, tengan mayorías absolutas, como las han tenido? A todos los miembros del Poder Judicial se les podrá exigir carnet del partido y juramento de fidelidad y acatamiento, como ahora lo hacen con sus parlamentarios y parlamentarias. Y pudiendo hacerlo lo harán, dado su habitual comportamiento de no mirar más que sus propios intereses.
Separar esos nombramientos del Parlamento sería necesario. Pero tampoco se puede dejar exclusivamente en manos de juezas y jueces, quienes también llevarían a cabo dinámicas de acumulación de poder que utilizarían en su propio interés. El que ese órgano sea nombrado y renovado por sorteo entre los jueces y juezas que cumplan los requisitos exigibles puede parecer absurdo, pero sería la solución menos mala y la que más garantizaría una independencia del Poder Judicial.
Pero más allá de este nombramiento y la solución que puede alcanzarse, la situación evidencia la escasa calidad democrática que padecemos y su permanente degradación. El que no haya en PSOE o Podemos ninguna voz en contra de esta arbitrariedad despótica –como no la hubo en su día en el PP, por ejemplo, en el apoyo a la Guerra (invasión) de Irak- resulta indicativo de la calidad de nuestra democracia partitocrática. Tenemos un Parlamento vacío de parlamentarios y parlamentarias, ocupado tan solo por un reducido número de marcas electorales. Los parlamentarios y parlamentarias sobran, no sirven más que para incrementar el gasto, y el bochorno. Un representante por marca electoral con el porcentaje de voto que le corresponda sería suficiente y evidenciaría la situación en que nos encontramos. Parlamentarias y parlamentarios no sirven más que para disfrazarla, para dar apariencia democrática a una realidad que de democracia tiene cada vez menos.
Lamentable, por otra parte, que el trabajo reformista del Gobierno se centre en la manera en la que protegerse a sí mismo de las embestidas de la oposición cuando afrontamos una dura crisis que no es solo sanitaria sino social, económica y ecológica y que hunde sus raíces mucho más allá que en el Coronavirus.
Hoy que las proclamas del 15M parecen viejas y olvidadas tendremos que tratar de rescatar su potencial de denuncia y transformación pues, definitivamente, no nos representan.
Chema Berro, afiliado de CGT/LKN Nafarroa