Ayer se desarrolló la primera huelga general contra la reforma laboral de Macron, una prioridad de su mandato, que pretende aprobarla el próximo 22 de Septiembre, mediante cinco ordenanzas de las que consta la reforma, que son textos legislativos que pueden aprobarse sin pasar por el proceso de debates y enmiendas del Parlamento
Los sindicatos convocantes superaron ayer su primer examen en la calle. Los paros tuvieron gran incidencia sobre todo en algunos transportes públicos, muy particularmente en los ferrocarriles, en la Administración y en la energía. Las más de 180 manifestaciones previstas congregaron en toda Francia a 400.000 personas, según los sindicatos. En París, entre la plaza de la Bastilla y la plaza de Italia, se movilizaron 60.000 personas según la CGT. La protesta de ayer en París terminó con incidentes puntuales y gases lacrimógenos.
Con el pretexto de reducir el paro, Macron prevé cambios que van más allá de Ley El-Khomi aprobada por el Gobierno de François Hollande que ya llevó a la población a manifestarse durante seis meses.
Una de las propuestas más destacables es el hecho de dejar a cada empresa la libertad de fijar una serie de reglas laborales, creando un código de trabajo a la carta donde el empresariado podrá decidir el salario por hora suplementaria, modular los derechos familiares, criterios y coste de despido, entre otros.
El proyecto quiere dar un poder inédito en la clase empresarial y, de facto , reducir significativamente los derechos laborales. Con esta nueva reforma ya no será la ley del Estado la que decide la organización y las reglas del mundo laboral, sino que cada empresa podrá tener un funcionamiento propio, que podrá pactarse con una parte de la plantilla, sustituyendo a los sindicatos.