796 muertes en accidentes de trabajo en 2024, 30.000 en los últimos 30 años

Más de 2 muertes en accidente laboral al día, y más de 15 muertes a la semana. Cada 12 horas, ha muerto un trabajador o trabajadora. Estas cifras equivalen a 3,9 muertes cada 100.000 personas trabajadoras frente a las 3,6 del año anterior, por lo que aumenta también el índice de incidencia de los accidentes mortales: es decir, no sólo ha habido más muertes en total, sino que también ha habido más accidentes mortales por cada persona trabajando.

Los datos oficiales de mortalidad por accidentes laborales referentes a 2024, por unos días, se han colado en los titulares de los grandes medios de comunicación. Así hemos conocido la cifra estremecedora de 796 personas muertas, un 11% más que en 2023; de ellos la inmensa mayoría son hombres y su número es 13 veces mayor que el de mujeres. Por cierto, el hecho de que el asesinato machista se publicite, como debe ser, mientras que la muerte de una persona trabajadora, hombre o mujer, apenas se de a conocer, no tiene que ver ni con el machismo, ni con el feminismo. Se debe a que la muerte en el puesto de trabajo muestra, inocultable, cómo el brillante y colorido escaparate de la sociedad capitalista se nutre, como el más depredador de los vampiros, de la vida y la salud de quienes lo construimos cada día. Todo ello a mayor gloria de los criminales de cuello blanco que se sientan en los consejos de administración de bancos y multinacionales.
 

Los trabajadores y trabajadoras muertas de este año se suman a los de los años anteriores: en los últimos 30 años, son más de 30.000. En CGT-LKN, señalamos que esta sangría tiene culpables. Los accidentes laborales, y más todavía los mortales, no son un acontecimiento fortuito e inevitable, como si se tratase de un fenómeno meteorológico. Son una realidad sobre la que es posible actuar, y que tiene unos responsables directos: el jefe que nos obliga a seguir trabajando a pesar de estar mareados y encontrarnos mal; el que, por ahorrarse algo de dinero, no proporciona el equipo adecuado o mantiene maquinaria en mal estado; la que te insta a ir al trabajo con alerta roja por lluvias; la patronal que los defiende; y los gobiernos y administraciones que les dejan hacer, y en vez de actuar con firmeza para atajar el problema, miran para otro lado al tiempo que proclaman su consternación.

Desde CGT-LKN nos negamos a aceptar con resignación estas cifras de accidentes, y exigimos medidas inmediatas que las hagan disminuir. Y no basta con nuevas leyes y medidas, porque sabemos que las propias empresas las ignoran sistemáticamente. Es necesario también más control de las inspecciones de trabajo sobre las empresas, una mayor dotación de efectivos que se traduzca en más rapidez y efectividad de sus actuaciones, una mayor independencia de este organismo y unas sanciones más contundentes contra las empresas infractoras. Pero, sobre todo, es necesario desplegar un mayor control de los trabajadores y trabajadoras sobre la empresa, aumentando la fuerza sindical, que es la única forma de imponer mejoras y garantizar que se cumplen todas las medidas de seguridad. Porque en última instancia, los accidentes responden a una lógica, la del capitalismo, para la que los trabajadores y trabajadoras son mera fuerza de trabajo a disposición de las empresas, a las que sólo les importa aumentar la rentabilidad, y sin alguien que se lo impida, van a seguir primando sus beneficios sobre nuestras vidas. Porque no somos números, porque con nuestra salud y con nuestra vida no se juega.

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