A pesar de que el Gobierno de Navarra anuncia una subida de casi un 10% en gasto para el Departamento de Salud en los Presupuestos Generales de Navarra, nos encontramos con un incremento cuantitativo que no viene acompañado de una mejora cualitativa del sistema.
¿Por qué invertir más dinero puede no redundar en una mejor atención? Estos presupuestos hay que entenderlos como una herramienta al servicio de una política determinada. Y política quiere decir modelo de sociedad, en sintonía con el cual se define el sistema de salud, que no es 100% público: ahí están los convenios con las clínicas privadas, la externalización de servicios, las Mutuas… Esto, que nos venden como colaboración público/privada, supone cientos de miles de euros de dinero público que van a parar a empresas privadas, que ven la salud como un negocio y no como un derecho; cientos de miles de euros que se desvían sin potenciar y mejorar el servicio público.
Las listas de espera, que aparecen como una de las deficiencias mayores del sistema, y que son un lastre que afecta a toda la población, se combaten con parches como las derivaciones a la privada y las peonadas (horas extra), en lugar de dotar de personal y medios suficientes. Otra forma de dejar que el dinero público se evapore sin que redunde en una mayor potenciación y eficacia del sistema.
Nos encontramos con un sistema organizativo jerárquico y con poca participación para su gestión, control y mejora; con responsables que gestionan con la mirada demasiado puesta en esos intereses privados, de los que no parecen querer prescindir. De hecho, da la sensación de que el barco no se hunde más gracias al trabajo de buena parte de la tripulación que por quien lleva el timón
.
En definitiva, Osasunbidea tiene que ser tan eficiente como eficaz, pero sobre todo, tiene que ser justo. Estos presupuestos deberían garantizar partidas para cuidados paliativos públicos, universalización real, empresa farmacológica propia, mejora de Salud Mental, aumento de las prestaciones de odontología, óptica, audifonía y, sobre todo, como base del sistema que es, una Atención Primaria robusta, con mayor dotación de personal y capacidad resolutiva y que mejore su cartera de servicios: fisioterapia, psicología …
Desgraciadamente, todas estas necesidades no destacan en el anteproyecto de Presupuestos Generales de Navarra. Por el contrario, sí se contemplan algunos gastos que no sólo no son prioritarios, sino que son socialmente perjudiciales. Destacaremos de un artículo del miembro del Parlamento Social Javier Onieva, recientemente publicado y que lleva como título “No falta dinero: sobran ladrones”, que Navarra dedica 550 millones a pagar una deuda de dudosa legitimidad, que se niegan a auditar; de la aportación al Estado otros 550 millones van a pagar la deuda del Estado, y 50 millones se destinan a gastos militares y de la corona; 127 millones de euros cuestan los peajes en la sombra de las autovías y del canal de Navarra; 71 millones terminarán en los bolsillos de empresas privadas en pro de la idolatrada colaboración público-privada, que no es sino parasitación de lo público por parte del sector privado.
Deberíamos pensar en qué modelo social necesitamos: aquel que nos permite ganar velocidad en carretera o en el TAV o el que nos facilita el acceso a la sanidad en tiempo y forma adecuados; aquel que da valor a los cuidados y a la atención universal o aquel que levanta muros y se muestra criminalmente belicoso en defensa de los intereses de los mercados. En definitiva, no sólo hablamos del sistema de salud, hablamos de la salud del sistema, el cual debiéramos aspirar a transformar en clave de justicia social e igualdad. En ese otro modelo social, resulta indispensable una Sanidad Pública integral, universal y de calidad.
SÍGUENOS