La clase política, que no trabaja por el bien común ni el interés general, desde los años 80, cada vez que hay una crisis del capitalismo (le llaman crisis de su economía), sea ésta denominada económica, financiera, energética, climática o como ahora sanitaria, recurren a legislaciones especiales casi en exclusiva basadas en las reformas del mercado de trabajo y en el robo salarial (devaluaciones) y sus fórmulas siempre son las mismas: precarización de los contratos, despidos masivos y expropiación de salarios directos e indirectos, para aumentar el excedente bruto de explotación, es decir, las rentas empresariales y financieras.
