Ocho años después de la Ley Integral contra la Violencia de Género, ¿cómo se está entendiendo la violencia machista? Realizamos un breve repaso por un mapa social de coordenadas complicadas, donde los recortes sociales son la coartada perfecta para una reacción de corte neomachista que considera que las mujeres tienen demasiados derechos.
La lucha contra la violencia de género pierde legitimidad en un contexto donde el mensaje es “hay que aguantar”.
Ocho años después de la Ley Integral contra la Violencia de Género, ¿cómo se está entendiendo la violencia machista? Realizamos un breve repaso por un mapa social de coordenadas complicadas, donde los recortes sociales son la coartada perfecta para una reacción de corte neomachista que considera que las mujeres tienen demasiados derechos.
Discursos sociales: machismo a la defensiva
Hoy nadie manifiesta su apoyo abierto a la violencia contra las mujeres. Lógico, la “violencia de género”, como se ha tipificado, está condenada y penada institucionalmente. Pero si rascamos en las percepciones sociales, afloran discursos comprensivos –cuando no de “aval explícito”– hacia los hombres que ejercen violencia contra las mujeres.